MODA Y SOCIOLOGIA
“La belleza es la mejor carta de presentación"
Aristóteles
Existen una gran diversidad de términos, en torno al
concepto de la moda, que podemos considerar, encontrando que este termino
se encuentra sujeto a variaciones cíclicas de los fenómenos externos del
comportamiento privado en público: la vestimenta, la presencia física, los
hábitos sociales, las reglas de protocolo, el diseño de útiles cotidianos, el
estilo estético e intelectual, etc., con fenómenos complementarios que dejan
huella, por lo que, muchas formas, impersonalmente estructuradas: el arte, la
ciencia, el pensamiento o la arquitectura, resultan igualmente sometidas, a la
tarea de la manifestación de una determinada moda.
La definición que
utiliza el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en su vigésima
primera edición, para definir la moda, es la siguiente: "Uso, modo o
costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en un determinado país, con
especialidad en los trajes, telas y adornos...".
Según otro
Diccionario, concretamente el de Sociología de Larrouse, el término moda se
aplica en el lenguaje corriente: "al favor concreto y momentáneo del que
disfruta una cosa, a los cambios que afectan a la vestimenta o, incluso a la
propia ropa".
En sociología, la moda se concibe como un proceso de transformación que no cesa y esta noción no se limita a las modas del vestir, ni
a las pasiones desmesuradas, por objetos o comportamientos superficiales, es
decir, a los caprichos de cualquier tipo. En razón de esto, la utilidad no es su función, sino que prima un carácter irracional o arbitrario en las manifestaciones de la llamada “moda”.
En los comienzos de la sociología, la moda era una
referencia obligada que permitía manifestar la parte social que tienen los
comportamientos privados y ésto se debe a la fuerte identificación que hay
entre moda y moda del vestir , ya que la elección de la ropa está determinada,
en parte, por su disponibilidad y su coste económico. Además, en este caso,
cada persona sabe lo que se ajusta a la tendencia colectiva de cada momento.
Pero lo que resulta fascinante del fenómeno de las modas es observar la estrecha vinculación entre lo individual y
lo colectivo, lo privado y lo público. La suma de nuestras opciones
individuales constituye el "gusto colectivo" del momento; sin
embargo, todo sucede como si los gustos individuales se adaptasen a ese gusto
colectivo.
La cualidad llamada "belleza" tiene existencia
universal y objetiva. Las mujeres deben aspirar a personificarla y los hombres
deben aspirar a poseer mujeres que la personifiquen. Es un imperativo para las
mujeres pero no para los hombres, y es necesaria y natural, porque es
biológica, sexual y evolutiva.
Los hombres luchan por poseer mujeres bellas y
las mujeres bellas tienen mayor Éxito reproductivo y de conquista que las
otras. Nada de esto es significativo en la realidad, pero todo el mundo lo tienen
interiorizado.
A esto contribuye la llamada “prensa femenina”, en la que
casi siempre se haya implícita la realidad de la moda, que aparece como un
testimonio válido de la mentalidad femenina, y, un objeto referencial de la
visión del mundo, es decir, de una cultura que trata de diferenciar, a veces,
confrontándolos, lo masculino y lo femenino.
Esta situación de la creación de
moldes y, concretamente, el de la mujer, aparece ligado a sus atributos físicos
para los que la moda construye significaciones destinadas a mediar entre su
autoconcepción y autoestima y la realidad externa.
Llegado a este punto parece
evidente que las mujeres no consideran el vestirse como una emoción o como una
ceremonia, no suele atisbar ciertas satisfacciones de su atuendo, no saben
exactamente porque se adornan con aderezos no funcionales o incómodos, y, en
definitiva, ni siquiera están seguras, del destinatario a quien ofrecer esa
parafernalia.
Podemos llegar a un consenso en cuanto que, la moda es el
conjunto de hábitos y estilos que tienen los miembros de un determinado grupo
en la forma de relacionarse, las costumbres sociales y la manera en que está
reglamentada la convivencia en ese grupo humano. Si la moda consiste en las
variaciones continuas a las que los seres humanos someten a su vestimenta en
una determinada sociedad, se deduce que toda alteración en la estructura social
se reflejan en el vestido; y, más aún, producir modas nuevas que la simbolicen.
Dentro de una determinada sociedad, la moda sirve siempre como indicador y refuerza
las diferencias sociales. Refleja, por lo tanto, toda alteración en las
relaciones de dominio de una sociedad dada.
Con la manifestación del movimiento feminista en los años
sesenta fue ineludible que muchas mujeres se preguntaran, si el culto a la
belleza femenina no resultaba, en la práctica, un elemento discriminatorio que
impedía alcanzar el objetivo de la plena igualdad entre los géneros.
Exponiéndose al ridículo y al rechazo social, algunas mujeres optaron por
renunciar al "hábito ancestral de guardar la compostura y el
acicalamiento" con la idea de generar un cambio de conciencia y, por
consiguiente, una transformación de los valores imperantes. Pues bien,
transcurridos dos decenios, este aspecto concreto de la lucha feminista ha
terminado en fracaso. El culto a la belleza física no sólo no ha desaparecido,
sino que se ha masificado.
Durante las últimas décadas, las mujeres han irrumpido en la
estructura del poder; al mismo tiempo que, los trastornos de la alimentación
han ido aumentando en progresión geométrica, y la cirugía plástica se ha
convertido en la especialidad médica de más rápido desarrollo e incremento
económico. En los últimos años, los gastos de consumo se han duplicado.
La pornografía y el erotismo se han transformado en el principal sector de los medios
de comunicación.
En la actualidad existe un mayor número de mujeres que
poseen más poder adquisitivo, más campo de acción y más derechos legales que en
otros tiempos. Pero en cuanto a, como nos sentimos las mujeres respecto a
nuestro físico es muy posible que estemos en realidad peor que nuestras
antepasadas no liberadas. Estamos en medio de una violenta reacción contra el
feminismo, que utiliza imágenes de belleza femenina como arma política para
frenar el progreso de la mujer: es la potenciación de la belleza como paradigma
social único y generalizable.
Las modas actuales alcanzan un cúmulo de relaciones
posibles, sobre todo si pensamos que se dan en una civilización
fundamentalmente urbana y tecnológica. Esto no resulta difícil de comprender si
se acepta que, en la escala de valores prima le satisfación personal y la conquista de un bienestar
personal y social. Casi siempre en una contradicción con la naturaleza, para la
que nos convertimos en una amenaza constante y cada vez más arraigada.
Dentro de unos pocos años, un alto porcentaje de la
población, independientemente de su género, habrá pasado por el quirófano para
realizar algún retoque con su cuerpo para estar a la moda.
¿Qué pasará cuando
dejen de estar de moda los labios carnosos y los senos voluptuosos o el hombre
metrosexual que se cuida y se acicala con esmero? ¿se recurrirá al milagro de
la cirugía para dar vuelta atrás o cambiarán las modas recurriendo al pasado
más primitivo...?
Profesora Asociada
Departamento de Ciencia Política y Sociología
Universidad Carlos III de Madrid
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