jueves, 25 de agosto de 2016

EL CUERPO FEMENINO EN LA CULTURA VISUAL GLOBAL





                  EL CUERPO FEMENINO EN LA CULTURA VISUAL GLOBAL



La liberación sexual de las décadas de los 70 y 80 permitieron romper algunos límites de género gracias a la acción, entre otras, del arte feminista en retratos, desnudos y narrativas visuales.
En las últimas décadas del siglo XX se generaron procesos de exploración de la feminidad desde la performatividad de la sexualidad. Mientras tanto la globalización absorbía los modelos patriarcales de las sociedades y generaba un movimiento expansivo de los usos mercantilistas del cuerpo de las mujeres. A principios del siglo XXI, asistimos a un repunte de la presencia masiva en los medios de comunicación de la imagen de la mujer.
 Las propias estructuras sociales  han desarrollado un juego de identidades manipulando las supuestas libertades recién descubiertas de las mujeres, entre ellas la sexual. 


Desde la idea de la libertad personal, se muestra de nuevo el cuerpo femenino como objeto mostrable y observable, haciendo responsable de su exposición a las mujeres (en un ejercicio de voluntad emancipada «mi cuerpo es mío»), pero manteniendo la visión voyeurista que sostiene la hegemonía de la mirada del varón. Se trata de un engaño, en el que la mujer sexualiza su identidad como único valor aceptable socialmente.
 Vivimos sumergidos en una cultura hipersexualizada. La presencia de lo sexual es, en la actualidad, uno de los principales elementos que articula la relación entre hombres y mujeres. Este subrayado de las diferencias sexuales conlleva un trabajo de comparación y valoración de las capacidades de ambos sexos. Enseñar el cuerpo desnudo en una revista o un show televisivo, posar al lado de un cantante de moda con un bikini ínfimo, participar en una fiesta de camisetas mojadas o insinuar la desnudez bajo una camiseta que deja a la vista a tira del sostén, el hombro y media espalda, se ha normalizado en las imágenes cotidianas que recibimos. Estas acciones cotidianas redirigen el uso y visión del cuerpo. Se ejerce poder, pero a la vez se somete al cuerpo a la tiranía de las estructuras patriarcales que lo usan como instrumento de coacción.

 Esta esquizofrenia identitaria provoca en muchas mujeres, sobre todo las generaciones jóvenes, una reconsideración de su propia libertad. Es decir, su identidad se fundamenta en el reajuste corporal y sexual a los iconos femeninos objetuales dominantes y una mercantilización de lo físico.
Las reivindicaciones feministas dejan de tener sentido, como reacción ante la opresión de las mujeres. Se ejerce, así, un control sobre el cuerpo y por extensión, sobre las prácticas cotidianas y políticas de las mujeres, desde un velo de libertades y voluntades emancipadas,  ficticio.
El problema de la participación de las mujeres en la propia exhibición del cuerpo y su dominación tiene consecuencias cotidianas directas. La primera es la proliferación, de nuevo, de iconos femeninos que creíamos superados. Uno de ellos es aquel que presenta a la mujer como aquella que es comida. 
En la publicidad se está volviendo a recuperar el uso del cuerpo de la mujer como objeto sexual para la venta de productos que nada tienen que ver con la mujer (un coche, un reloj…).
 Se utiliza su cuerpo como un reclamo para el varón, al que se le vende una experiencia sexual que acompaña al producto.




En internet y en televisión, se presentan modelos de mujer, normalmente con poca ropa, con curvas y grandes pechos que acompañan a los protagonistas varones. Son objetos de deseo y a la  vez provocación para el varón. Este icono femenino no es del todo pasivo, sino que disfruta interactuando con el hombre en la provocación, ejerce el control al que previamente se ha sometido. En los ámbitos de los medios de comunicación dirigidos a adolescentes es el modelo que prospera. Las jóvenes reciben la consigna de que para estar al lado del varón han de ser bellas y estar sexualmente apetecibles. Este mensaje distorsiona la autoimagen personal de las mujeres jóvenes, que sacrifican gran parte de su tiempo en transformar su imagen para agradar a los varones que las rodean.

De esta manera la publicidad contribuye, por un lado, a discriminar a las mujeres como sujetos secundarios en la vida diaria, y por otro a concebir el cuerpo de la mujer como un objeto meramente sexual. La combinación de estas dos reacciones puede ocasionar en las adolescentes problemas como la anorexia, la bulimia y la hiperfagia nerviosa, y otros relacionados con la autoestima, que tienen que ver con el intento de buscar en el propio cuerpo algo que no se es. Tal es el caso de los videos musicales en los que cantantes masculinos se rodean de guapas modelos en bikini, que se mueven provocativamente, llenando la proyección audiovisual de una carga erótica explícita. Una década antes habríamos calificado estas imágenes como degradantes para las mujeres, pero en la actualidad asumimos la cosificación de las mujeres como normal.
Junto a estos iconos conocidos, se incorporan otros más agresivos, en los que se designa a la mujer como aquella que devora. 
Presenta a la mujer en una actitud desenvuelta, dominante y autónoma, que se sirve de sus encantos para buscar su propio placer.
 Estamos preparando, por tanto, a las niñas para que se centren en utilizar su cuerpo como reclamo personal y dejar a un lado otros valores personales.
 No debemos engañarnos en esta cuestión. La visión de la mujer sexualmente liberada esconde detrás una manipulación perversa de la conquista de la autonomía personal femenina a la que muchas mujeres se someten en esa práctica de la disciplina de la que antes hablábamos. Es, además, un engaño para las mujeres jóvenes que pueden pensar que con el simple hecho de tener relaciones sexuales de manera habitual con distintos hombres es suficiente para creer que su presencia como mujer y su participación social están garantizadas.-

Silvia Martínez Cano Dra. en Educación
Máster en Artes Visuales y Educación.
Universidad Pontificia de Comillas,  Madrid

No hay comentarios:

Publicar un comentario



... ya transitan por mi sendero, los invito a conversar!