lunes, 22 de agosto de 2016

EL DOBLE STANDARD DEL ENVEJECIMIENTO






                             EL DOBLE STANDARD DEL ENVEJECIMIENTO

                    No es lo mismo envejecer siendo hombre que siendo mujer.

 La percepción social del devenir evolutivo tiene relación con las conceptualizaciones del cuerpo, el físico como registro de mérito, y, por lo tanto, afectan de manera directa a las mujeres, sin olvidar, que tienen como base un modelo patriarcal y androcéntrico de pensamiento.

Anna Freixas lo formula con las siguientes palabras: “El deseo de la eterna juventud es un sueño masculino proyectado sobre las mujeres que lo hemos internalizado, asimilado como si fuese realmente nuestro deseo, pero que es necesario aprender a deconstruir” . 

Susan Sontag nos advierte de este doble rasero con el que se mide el envejecimiento. Las mujeres, con la edad, ven limitadas sus posibilidades de estar libremente en el mundo, disminuyendo su capacidad de ser consideradas atractivas y sexualmente elegibles: ellas son tan solo un cuerpo.





Los hombres, por el contrario, aprovechando su mayor tolerancia social, continúan disfrutando de la edad, la belleza y las posibilidades de encontrar una relación afectiva y sexual., ya que su seducción reside en sus éxitos económicos y laborales que acostumbran a ocurrir pasada la juventud. 


                                                                      
Por lo que se puede entender el hecho de que la mujer, en algunas culturas, se vea obligada, más que los hombres, a ocultar su edad. A partir de “cierta edad”, nos dice Sontag, preguntar la edad a una mujer significa estar ignorando un tabú y, posiblemente, ser grosero y hostil.

 Anna Freixas sostiene que la edad en las mujeres: “Significa algo importante y limitador: una fuente de enmascaramiento y mentira que afecta al físico y al psíquico”.
Las resistencias a aceptar y vivir el propio ciclo evolutivo llevan a muchas mujeres a jugarse la vida en los quirófanos. Hemos entrado, como dice Naomi Wolf, en la Era Quirúrgica: “La cirugía plástica procesa el cuerpo de mujeres hechas por mujeres, la Estudio sobre los prejuicios de género en el proceso evolutivo de la mujer entre 40 y 50 años 15 vasta mayoría de su sumisa clientela, convirtiéndolas en mujeres hechas por hombres”.
Como hemos señalado anteriormente, los cánones de belleza, entre los que destaca la juventud, son mucho más exigentes para las mujeres que para los hombres. En nuestra cultura, el cuerpo se convierte para las mujeres en una clave de identidad y significación social, cuya valoración y aceptación está constantemente activa. Marcela Lagarde nos dice que la dictadura esteticista que produce nuestra sociedad androcéntrica se acompaña del juvenalismo, es decir, de la exigencia permanente de que las mujeres sean eternamente jóvenes o lo parezcan: “La sociedad patriarcal elige a las jóvenes y descarga mecanismos de exclusión para quienes no lo son. Hoy es una virtud femenina ser siempre joven y es un deber ser exigido a las adultas y a las viejas”. 

Como bien reconoce Sontag: “Para la mayor parte de las mujeres, el envejecimiento es un proceso humillante de descalificación sexual gradual. Las mujeres están en desventaja debido a su candidatura sexual depende de ciertas normas mucho más estrictas basadas en apariencia y edad” . 
La sobrevaloración cultural de la juventud y belleza como eje de identidad y aprobación de la mujer repercute muy negativamente en su autoestima, debilitan el yo y las sitúa en una posición de debilidad de las relaciones sociales. Despierta un gran temor al enfrentamiento con el envejecimiento. Por lo tanto y parafraseando a Susan Sontag: “La razón por la que las mujeres experimentan un envejecimiento con más dolor que los hombres no es simplemente porque ellas se preocupen más que los hombres por su apariencia, sino porque el asunto de los hombres es sobre todo ser y hacer, en lugar de parecer como son los mandatos exigidos a las mujeres”.
 Los estándares para lo que se considera atractivo son mucho más exigentes para las mujeres: las normas estéticas para las mujeres son mucho más altas y estrechas que  sobre los prejuicios de género en el proceso evolutivo de la mujer entre 40 y 50 años 16 propuestas para los hombres.

 Como ya lo dijera con extraordinaria lucidez Naomi Wolf: “Los hombres mueren una vez y las mujeres dos. Mueren como bellezas antes que muera su cuerpo” .



Me hago eco de la idea de Anna Freixas cuando afirma que: “Una de las reflexiones que necesariamente tendremos que hacer tiene que ver con desvelar que esa insatisfacción profunda con nuestra apariencia proviene de la propaganda edadista que hemos internalizado, hecho nuestra, y que para poder escribir nuestra autobiografía completa necesitaremos 
reconectar con nuestro yo interior, único, con nuestra historia de vida” paso que la sociedad y las mujeres en particular deben dar para poder vivir en libertad y en plenitud. 

Autora: Montserrat González García

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