EL AMOR Y LA MADUREZ
El
problema básico del amor radica en ser maduro primero, luego encontraréis a una
pareja madura; entonces la gente inmadura no os atraerá en absoluto. Es así. Si
tenéis veinticinco años de edad, no os enamoráis de un bebé de dos años...
exactamente de esa manera. Cuando psicológica y espiritualmente sois una
persona madura, no os enamoráis de un bebé. No sucede. No puede suceder.
Podéis ver que no tendrá ningún sentido.
De
hecho, una persona madura se eleva con el amor.
Solo las personas inmaduras trastabillan y caen con el amor. De algún modo
antes lograban mantenerse de pie. Pero ya no lo consiguen y no son capaces de
erguirse... encuentran a una mujer y se pierden, encuentran a un hombre y se
pierden. Siempre han estado dispuestas a caer postradas y a arrastrarse. No
tienen la firmeza ni la determinación; carecen de la integridad de erguirse
solas.
Una
persona madura posee la integridad de estar sola. Y cuando una persona madura
ofrece amor, da sin ningún hilo oculto: simplemente entrega.
Cuando
una persona madura da amor, se siente agradecida de que hayáis aceptado su
amor, no al revés. No espera que estéis agradecidos, en absoluto, ni siquiera
necesita vuestras gracias. Ella os da las gracias por aceptar su amor. Y
cuando dos personas maduras están enamoradas, sucede una de las grandes
paradojas de la vida, uno de los fenómenos más hermosos: están juntas y al
mismo tiempo tremendamente solas; están tan juntas que casi son una sola
persona. Pero su unicidad no destruye su individualidad; de hecho, la potencia:
se vuelven más individuales. Dos personas maduras enamoradas se ayudan
mutuamente a ser más libres. No hay política involucrada, ni diplomacia ni
esfuerzo por dominar. ¿Cómo podéis dominar a la persona que amáis?
El amor,
para ser realmente amor, ha de ser un regalo, un estado de ser. Cuando habéis
llegado a casa, cuando habéis sabido quiénes sois, entonces el amor surge en
vuestro ser. La fragancia se extiende y podéis ofrecérsela a otros.
Millones
de personas se mantienen infantiles toda
su vida; jamás crecen. Crecen en edad, pero nunca mentalmente, su psicología
sigue siendo juvenil, inmadura. Siempre están necesitando amor. Lo anhelan
como si fuera comida.
El
hombre se vuelve maduro en cuanto empieza a amar en vez de necesitar. Comienza
a rebosar, a compartir. Comienza a dar. El énfasis es totalmente diferente.
Con el primero, el énfasis radica en cómo obtener más. Con el segundo, el
énfasis está en cómo dar, cómo dar más, cómo dar de manera incondicional. De
ese modo crecéis y maduráis.
Cuando dos personas maduras están enamoradas, sucede una de las grandes
paradojas de la vida, uno de los fenómenos más hermosos: están juntas y al
mismo tiempo tremendamente solas; están tan juntas que casi son una sola
persona. Pero su unicidad no destruye su individualidad; de hecho, la potencia:
se vuelven más individuales. Dos personas maduras enamoradas se ayudan
mutuamente a ser más libres. No hay política involucrada, ni diplomacia ni
esfuerzo por dominar. ¿Cómo podéis dominar a la persona que amáis?
Cuando
amáis profundamente una flor, también amáis su marchitamiento. Cuando amáis
profundamente a una mujer, también amáis que se haga vieja, algún día asimismo
amaréis su muerte. Eso forma parte de ser mujer. La vejez no ha sucedido desde
el exterior, ha llegado desde el interior. La cara hermosa ya se ha
arrugado... también amáis esas arrugas. Son parte de vuestra mujer. Amáis a un
hombre y su pelo se ha tornado blanco... también amáis esos pelos. No han
ocurrido desde fuera; no son accidentes. La vida se despliega. El cabello
negro ha desaparecido y ha llegado el cano. No lo rechazáis, os encanta, son
una parte. Luego vuestro hombre envejece, se debilita... también amáis eso. Y
un día el hombre ya no está... también amáis eso.
El
amor lo ama todo. El amor no conoce otra cosa que no sea amor.
OSHO.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
... ya transitan por mi sendero, los invito a conversar!