sábado, 20 de agosto de 2016

EL MIEDO CAUSA ESTRAGOS




                                       EL MIEDO CAUSA ESTRAGOS


Vivir es duro, pero lo es menos si podemos configurar nuestro propio proyecto vital y continuamos dando sentido a nuestra vida hasta el último suspiro, teniendo la impresión de gobernarnos en lugar de ser objeto de otros. Algunas personas se sienten orgullosas de haber cumplido muchos años, pues eso supone haber superado dificultades, retos, haber adquirido experiencia, reflexionado sobre ella, construido relaciones personales gratificantes y el alivio de «no haber hecho nada malo», en palabras de Emilio Lledó. Aunque casi nadie manifiesta el deseo de envejecer —más bien lo contrario—, eso no significa que esta sea una etapa llena de carencias, resignación y pasividad. Y que no tengamos sueños y aspiraciones, placeres. No se trata de resignarse, sino de intentar ser feliz con lo que se tiene, con lo que se es. Se trata de aprender a envejecer. «El miedo causa estragos», decía José Luis Sampedro. El miedo a la vejez es peor que la vejez misma. El miedo a perder la autonomía —el valor más preciado—, a no poder disfrutar… Seguramente si afrontamos las posibles fuentes de inseguridad y temor y hacemos los duelos debidamente, nos sentiremos mejor. Adentrarnos en ciertos territorios nos desvelará problemas y limitaciones, también nos tranquilizará, aliviará e incluso alegrará. Todos los talentos y las diferentes miradas son necesarias y enriquecedoras. Mientras seamos capaces de entusiasmarnos, de tener ideales y proyectos por los que luchar, mientras tengamos sentimientos de rebeldía ante las  injusticias, mientras cultivemos la amistad y sembremos buenos sentimientos y buen humor nos encontraremos a gusto con nuestra edad. Porque, como dice Luis Rojas Marcos, el significado de la felicidad cambia en la misma persona con el paso del tiempo.

Carmen Alborch.-

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