sábado, 20 de agosto de 2016

La Madurez



                                                       La  Madurez







MADUREZ significa lo mismo que inocencia, pero con una diferencia: es recuperar la inocencia, es volver a recordar.  En cuanto el niño empieza a formar parte de la sociedad, comienza a perder algo enormemente valioso, comienza a perder el contacto con Dios. Cada vez está más obsesionado con la cabeza y se olvida del corazón, y el corazón es el puente que te conduce a tu ser. Sin el corazón no podrás alcanzar tu ser, es imposible.
Desde la cabeza hasta el ser no hay un camino directo; tienes que pasar por el corazón, y todas las sociedades son destructivas para el corazón. Van contra el amor, contra los sentimientos; tachan a los sentimientos de sentimentalismo. Desde el principio de los tiempos, han censurado a los amantes por el simple hecho de que el amor no surge en la cabeza sino en el corazón. La persona que es capaz de amar, antes o después llegará a descubrir su ser, y cuando alguien ha descubierto su ser se libera de las estructuras, de los moldes. Se libera de todas las ataduras. Es libertad pura. Todos los niños son inocentes al nacer, pero la sociedad los educa.

 Madurez significa recuperar de nuevo tu inocencia, reclamar tu paraíso, volverte de nuevo un niño. Por supuesto, hay una diferencia, un niño corriente está destinado a ser corrompido, pero cuando recuperas tu infancia de nuevo, te vuelves incorruptible. Nadie te puede corromper, eres lo bastante inteligente; ahora ya sabes lo que te ha hecho la sociedad, estás atento y alerta y no vas a permitir que suceda otra vez. La madurez es volver a nacer, es un nacimiento espiritual. Vuelves a nacer, vuelves a ser un niño. Empiezas a ver la existencia con nuevos ojos. Te diriges a la vida con amor en el corazón. Vas hasta el fondo de tu ser con silencio e inocencia. Ya no eres sólo la cabeza. Usas la cabeza, pero ahora es tu sierva. Primero vas al corazón, y después trasciendes incluso el corazón... Ir más allá de los pensamientos y convertirte puramente en ser es madurez. 

La madurez es el florecimiento absoluto de la meditación. Jesús dice: «A menos que vuelvas a nacer, no entrarás en el reino de Dios.» Tiene razón, tienes que volver a nacer.

Ésta es la única manera de recobrar la verdadera juventud: antes tienes que perderla. Es extraño, pero así es la vida. Es muy paradójico, pero la vida es una paradoja. Para conocer la verdadera belleza de tu juventud, primero tienes que perderla, si no, nunca la conocerás. El pez no sabe dónde está el océano, a menos que lo saques del agua y lo eches sobre la arena, bajo un sol abrasador; entonces, sabrá dónde está el océano. Entonces anhela estar en el agua, y hace cualquier esfuerzo por volver a ella, salta al océano. Es el mismo pez, sin embargo, no es el mismo. Es el mismo océano, sin embargo, no es el mismo. Porque el pez ha aprendido una nueva lección. Ahora es consciente, sabe que: «Éste es el océano y ésta es mi vida. Sin él no existo, formo parte de él.» Todos los niños tienen que perder la inocencia para volver a recuperarla. Perderla sólo es una parte del proceso; hay muchas personas que la han perdido pero pocas la han recuperado. Es una desgracia, una gran desgracia. Todo el mundo pierde la inocencia, pero sólo de vez en cuando aparece un Buda, un Zaratustra, un Krishna o un Jesús que la recuperan. Jesús no es nada más que Adán volviendo a casa. Magdalena no es nada más que Eva volviendo a casa. Han salido del mar y han visto la infelicidad y la estupidez. Se han dado cuenta de que estar fuera del agua es una desgracia. En cuanto tomas conciencia de que formar parte de cualquier sociedad, religión o cultura significa seguir siendo desgraciado, seguir estando preso, en ese momento empiezas a cortar tus cadenas.

 La madurez está llegando, estás recobrando tu inocencia. 

Osho.-

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