lunes, 29 de agosto de 2016

LA ESCENIFICACION DE LA VIDA SEXUAL





                              LA ESCENIFICACION DE LA VIDA SEXUAL


De acuerdo al Análisis Transaccional,  cada persona termina afiliándose a un estilo de vida con el que busca reproducir los modelos de conducta que aprendió en su hogar.

De acuerdo al Análisis Transaccional, -teoría de la personalidad en la que me formé-, cada persona termina afiliándose a un estilo de vida con el que busca reproducir los modelos de conducta que aprendió en su hogar. 
Según el Análisis Transaccional, -teoría de la personalidad en la que me formé-, cada persona termina afiliándose a un estilo de vida con el que busca reproducir los modelos de conducta que aprendió en su hogar.
Cada quién, según hayan influido sobre su propia imagen, se inclina a convertir su vida sexual y de pareja en una COMEDIA donde procura llevar relaciones superficiales, alegres, entretenidas, preferiblemente ausentes de responsabilidades ni arraigos. 
El sexo es divertido, juguetón e irresponsable. La juventud y las aventuras se vuelven constantes y  eternas. Los compromisos sólo son del orden social y no se piensa en nada que pueda estropear ese delicioso estado de cosas,  que por nuevas y excitantes, se vuelven una constante tentación y provocación. 
Las gentes de este grupo son seductoras, encantadoras, alegres o simplemente complacientes. Son buenos amantes, están al día en todos los recursos “técnicos” para complacer y ser complacidos. Gustan de agradar y ser agradados, conocen de buenos lugares, músicas, vinos y afrodisíacos. Raramente se quedan en relaciones estables.
Puede ser  también una TRAGEDIA,  pues se termina descubriendo que la vida sexual es un fiasco o quizá comenzó con una violación o un abuso.  Se desata a partir de entonces, de forma involuntaria, una sucesión de eventos desagradables y/o  traumáticos que suman para formarse una imagen desastrosa y terrible de la vida sexual.  
El placer se ahuyenta con los fantasmas del pasado que una y otra vez impiden descubrir sus prometidas recompensas. O quizás, la persona  descubre que se unió a la pareja equivocada pues “sacó las uñas” hasta años más tarde. Se sufre amargamente porque la pareja  se está yendo constantemente con otra persona. O no lo atiende, lo desprecia, en la cama le da la espalda, se burla de su pene chiquito o de la abundancia de sus “llantas”.
El dulce sabor de la miel se queda colgado en los cuernos de la luna de aquella primera noche que fue demasiado corta para recordarla. A lo mejor ese día,  él descubrió que ella no era virgen. O ella descubrió que él era un sátiro disfrazado de franciscano.
Él sufre porque se enamoró de otra mujer y no puede dejar a los hijos abandonados como lo hizo su propio padre con él y sus hermanos. Ella sufre porque es humillada, golpeada, despreciada y le dice cosas como zorra, puta, rata o similares…. O quizás en la cama, la toma como aro de inodoro para descargar sus desperdicios sin importarle si ella acaba o finge un placer inexistente. La tragedia de estar esperando agazapados para lanzar un zarpazo que desangra, duele y mata.
También puede ser un MELODRAMA al mejor estilo mejicano con un gran malo que bebe guaro y tiene queridas por todos lados mientras la buena mujer vive cargada de hijos y llora desconsolada su estar no estando, como esposa sin derechos ni  haberes.  Al final se vive de apariencias para que los vecinos y compadres vean su buena mesa, su buen carro, sus viajes y buenos colegios para los chavalos. 
Ella se termina convirtiendo en santa, ejemplo para todos los mortales, especialmente para los hijos quienes la ensalzarán los 30 de mayo por su sacrificio de quedarse con su padre desalmado. Él cosechará mujeres e hijos que dejará regados por todos lados y hasta le llevará a la esposa el de alguna que no quiso criarlo. 
Él es ejemplo para todos los machos y para los hijos que terminarán comportándose igual que su padre. Ella es ejemplo para todas las hembras, primas, vecinas y beatas que a diario le hablan de novenas y rosarios. Quizás muera de cáncer de ovarios y solo así el macho aventurero asumirá cuanta falta le hace y le pondrá una serenata con mariachis en el cementerio.
O a lo mejor termine siendo una BANALIDAD improductiva, común, cualquier cosa, aburrida, sin nada interesante. Un ser por ser, o un estar por estar, nada especial, programado, ordenado, limpio. Todo en su lugar.
Las cosas se van resolviendo, sin nada especial. No hablan, no pelean, no pasa nada interesante ni diferente. Juegan la raspadita esperando un golpe de suerte, anodino, anónimo, sexo por semana o por mes. No importa, siempre es igual. Él se va quedando calvete con pancita, ella gordita y despreocupada.
Cada quien vive el teatro de su vida, como actor principal, crea su propio escenario y lo completa con luces, vestuario y final feliz o desgraciado. Cada quien tiene su propio guión y certeramente se busca a su actor complementario para desarrollarlo.
Y vos, ¿En cuál de los realidades descritas arriba encajás?
Según hayan influido sobre su propia imagen, una persona podría hacer de su vida sexual y de pareja una COMEDIA, en donde procura llevar relaciones superficiales, alegres, entretenidas, preferiblemente ausentes de responsabilidades ni arraigos. 
En este tipo de personalidad, el sexo es divertido, juguetón e irresponsable. La juventud y las aventuras se vuelven constantes y  eternas. Los compromisos sólo son del orden social y no se piensa en nada que pueda estropear ese delicioso estado de cosas,  que por nuevas y excitantes, se vuelven una constante tentación y provocación. 
Las gentes de este grupo son seductoras, encantadoras, alegres o simplemente complacientes. Son buenos amantes, están al día en todos los recursos “técnicos” para complacer y ser complacidos. Gustan de agradar y ser agradados, conocen de buenos lugares, músicas, vinos y afrodisíacos. Raramente se quedan en relaciones estables.
Puede ser  también una TRAGEDIA,  pues se termina descubriendo que la vida sexual es un fiasco o quizá comenzó con una violación o un abuso. Se desata a partir de entonces, de forma involuntaria, una sucesión de eventos desagradables y/o  traumáticos que suman para formarse una imagen desastrosa y terrible de la vida sexual.  
El placer se ahuyenta con los fantasmas del pasado que una y otra vez impiden descubrir sus prometidas recompensas. O quizás, la persona  descubre que se unió a la pareja equivocada pues “sacó las uñas” hasta años más tarde.
Se sufre amargamente porque la pareja  se está yendo constantemente con otra persona. O no lo atiende, lo desprecia, en la cama le da la espalda, se burla de su pene chiquito o de la abundancia de sus “llantas”.
El dulce sabor de la miel se queda colgado en los cuernos de la luna de aquella primera noche que fue demasiado corta para recordarla. A lo mejor ese día,  él descubrió que ella no era virgen. O ella descubrió que él era un sátiro disfrazado de franciscano.
Él sufre porque se enamoró de otra mujer y no puede dejar a los hijos abandonados como lo hizo su propio padre con él y sus hermanos. Ella sufre porque es humillada, golpeada, despreciada y le dice cosas como zorra, puta, rata o similares…. O quizás en la cama, la toma como aro de inodoro para descargar sus desperdicios sin importarle si ella acaba o finge un placer inexistente. La tragedia de estar esperando agazapados para lanzar un zarpazo que desangra, duele y mata.
También puede ser un MELODRAMA al mejor estilo mejicano con un gran malo que bebe guaro y tiene queridas por todos lados mientras la buena mujer vive cargada de hijos y llora desconsolada su estar no estando, como esposa sin derechos ni  haberes. Al final se vive de apariencias para que los vecinos y compadres vean su buena mesa, su buen carro, sus viajes y buenos colegios para los chavalos. 
Ella se termina convirtiendo en santa, ejemplo para todos los mortales, especialmente para los hijos quienes la ensalzarán los 30 de mayo por su sacrificio de quedarse con su padre desalmado. Él cosechará mujeres e hijos que dejará regados por todos lados y hasta le llevará a la esposa el de alguna que no quiso criarlo. 
Él es ejemplo para todos los machos y para los hijos que terminarán comportándose igual que su padre. Ella es ejemplo para todas las hembras, primas, vecinas y beatas que a diario le hablan de novenas y rosarios. Quizás muera de cáncer de ovarios y solo así el macho aventurero asumirá cuanta falta le hace y le pondrá una serenata con mariachis en el cementerio.
O a lo mejor termine siendo una BANALIDAD improductiva, común, cualquier cosa, aburrida, sin nada interesante. Un ser por ser, o un estar por estar, nada especial, programado, ordenado, limpio. Todo en su lugar. Las cosas se van resolviendo, sin nada especial. No hablan, no pelean, no pasa nada interesante ni diferente. Juegan la raspadita esperando un golpe de suerte, anodino, anónimo, sexo por semana o por mes. No importa, siempre es igual.
Él se va quedando calvete con pancita, ella gordita y despreocupada.Cada quien vive el teatro de su vida, como actor principal, crea su propio escenario y lo completa con luces, vestuario y final feliz o desgraciado. Cada quien tiene su propio guión y certeramente se busca a su actor complementario para desarrollarlo.
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Y vos, ¿En cuál de las realidades descritas arriba encajás?
Según hayan influido sobre su propia imagen, una persona podría hacer de su vida sexual y de pareja una COMEDIA, en donde procura llevar relaciones superficiales, alegres, entretenidas, preferiblemente ausentes de responsabilidades ni arraigos. 
En este tipo de personalidad, el sexo es divertido, juguetón e irresponsable. 

La juventud y las aventuras se vuelven constantes y  eternas. Los compromisos sólo son del orden social y no se piensa en nada que pueda estropear ese delicioso estado de cosas,  que por nuevas y excitantes, se vuelven una constante tentación y provocación. 
Las gentes de este grupo son seductoras, encantadoras, alegres o simplemente complacientes. Son buenos amantes, están al día en todos los recursos “técnicos” para complacer y ser complacidos. Gustan de agradar y ser agradados, conocen de buenos lugares, músicas, vinos y afrodisíacos. Raramente se quedan en relaciones estables.

Puede ser  también una TRAGEDIA,  pues se termina descubriendo que la vida sexual es un fiasco o quizá comenzó con una violación o un abuso. Se desata a partir de entonces, de forma involuntaria, una sucesión de eventos desagradables y/o  traumáticos que suman para formarse una imagen desastrosa y terrible de la vida sexual.  
El placer se ahuyenta con los fantasmas del pasado que una y otra vez impiden descubrir sus prometidas recompensas. O quizás, la persona  descubre que se unió a la pareja equivocada pues “sacó las uñas” hasta años más tarde.

Se sufre amargamente porque la pareja  se está yendo constantemente con otra persona. O no lo atiende, lo desprecia, en el sexo no hay satisfacciòn ni verdadera comunicaciòn.

El dulce sabor de la miel se queda colgado en los cuernos de la luna de aquella primera noche que fue demasiado corta para recordarla. 
Ambos sufren su rol, arrastran su propia frustraciòn y la del otro,  y cada cual busca - a su manera - un modo de compensaciòn que distraiga o retrase la toma de decisiones, sin animarse a hacerse cargo de sus propias vidas como individuos, como personas.-


También puede ser un MELODRAMA al mejor estilo mejicano con un gran malo que engaña, y una buena mujer  que vive cargada de hijos y llora desconsolada su estar no estando, como esposa sin derechos ni  haberes. Al final se vive de apariencias para que los vecinos y amigos  vean su buena mesa, su buen auto, sus viajes y buenos colegios para los niños. 

Ella se termina convirtiendo en santa, ejemplo para todos los mortales, especialmente para los hijos quienes la ensalzarán los 30 de mayo por su sacrificio de quedarse con su padre desalmado. Él hará otra vida fuera del hogar, buscando la aventura que necesita experimentar al momento de relacionarse con una mujer., 
Él es ejemplo para todos los "machos" y para los hijos que terminarán comportándose igual que su padre. Ella es ejemplo para todas las mujeres sufridoras, que soportan cualquier humillaciòn en el"altar del hogar intacto".

O a lo mejor termine siendo una BANALIDAD improductiva, común, cualquier cosa, aburrida, sin nada interesante. Un ser por ser, o un estar por estar, nada especial, programado, ordenado, limpio. 

Todo en su lugar. Las cosas se van resolviendo, sin nada especial. No hablan, no pelean, no pasa nada interesante ni diferente. Juegan la raspadita esperando un golpe de suerte, anodino, anónimo, sexo por semana o por mes. No importa, siempre es igual. Van envejeciendo sin sobresaltos, sin emociòn y sin ilusiòn. 

Cada quien vive el teatro de su vida, como actor principal, crea su propio escenario y lo completa con luces, vestuario y final feliz o desgraciado. Cada quien tiene su propio guión y certeramente se busca a su actor complementario para desarrollarlo.
Pero cada cual tiene SU OPORTUNIDAD, la de ser el mejor actor de su propia obra, y de construcciòn de un guión que valga la pena ser representado en el escenario de la Vida.-





EL REGALO DE LOS SENTIDOS







                                   EL REGALO DE LOS SENTIDOS


La mayoría de las  personas han sido dotadas con el don de los sentidos para captar el mundo exterior a través de ellos. Es así como se es capaz de admirar la belleza de un paisaje,  saborear un manjar o estremecerse ante los acordes de una música especial.
Los sentidos son, como su nombre lo indica, las grandes  antenas con las que captamos los estímulos, tanto positivos como negativos,  venidos del mundo exterior. La piel capta el  roce de una caricia, como el desagradable piquete de una avispa. El olfato percibe una delicada fragancia o un desagradable olor.
Todo lo que el cerebro registra a través de los sentidos, pertenece al mundo de la sensualidad. Y todas las personas desarrollan uno de sus sentidos en particular. Es así como muchas personas tienen más aguda la audición, o a lo mejor el olfato, o quizá el gusto o el tacto como sucede con los no-videntes.


Los sentidos muestran a cada persona su forma individual de captar el mundo y hacerse un concepto del mismo. La piel es el sentido más grande, pero a lo mejor los ojos son los más poderosos, o quizá el oído es el más perceptivo.

El placer definido como la posibilidad de experimentar los estímulos agradables que los sentidos ofrecen puede ser del orden sensual o sexual. Pueden existir placeres sensuales no sexuales, como el saborear una comida, disfrutar el aroma de una flor o hacerse un masaje en la cabeza. 
La frontera entre ambos es muy sutil y tiene un contenido que la identifica y depende de aspectos como su intención y  localización. En la medida en que somos capaces de concientizarnos sobre nuestra sensualidad, mayor capacidad tenemos de disfrutar el placer que los sentidos nos ofrecen. 

Morder una fruta jugosa, por ejemplo, puede contener solamente el deseo de comer,  o además el saborear su aroma, su suavidad o la dulzura de su pulpa.
Diferenciamos el placer sexual,  si además de sensual,  tiene un contenido erótico. Lo aceptamos como agradable,  si el estímulo proviene de la persona que nos agrada, si nos lo proporcionamos nosotros mismos (auto estimulación) o si, proviniendo del medio exterior, tiene el contenido y calidad  que despierta el instinto sexual.
Por decir algo, a una persona se le antoja que la forma de una nube en el cielo parece un cuerpo desnudo, mientras a otra le puede parecer las puntas de una montaña. A una persona, dos hermosas naranjas pueden sugerirle dos senos de mujer, mientras a otra, solo dos frutas colocadas una al lado de la otra.
La sensualidad es pues, a criterio de cada quien, una puerta abierta para poner los sentidos al servicio y acomodo de lo que cada quien, en infinidad de posibilidades, quiera adaptar. Las llamadas zonas erógenas, generales a todas las personas, no necesariamente son las únicas donde el placer sexual responde y se acomoda. 


Cada parte del cuerpo es una posibilidad de respuesta incluyendo aquellas que por alguna razón de “civilización” terminamos olvidando. Ejemplo: las axilas y los pies.
En estas partes existe una extrema sensibilidad que a veces asociamos con cosquillas u otra sensaciòn poco agradable, por lo que las  terminamos excluyendo. Cualquiera que sea la localización de las sensaciones placenteras, por cualquiera de nuestros sentidos, puede transformarse, si así se desea,  en parte de un conjunto de placeres eróticos de mayor o menor intensidad, muchas veces condicionada a los permisos que la mente, o los valores,  o los miedos nos den.
Mucha gente solo hace el acto sexual, llegando a la penetración demasiado pronto. A lo mejor la fuerza del deseo así lo demanda, pero nunca la satisfacción tendrá la misma calidad ni la misma intensidad. Visto de esta manera, la penetración solo resuelve la urgencia de eyacular, acto que se convierte en algo meramente instintivo y reproductivo.
Todo encuentro sexual tendría que ser una abundante y generosa recreación por el placer que cada sentido es capaz de proporcionar, introduciendo en el menú sexual de cada pareja lo que sus gustos y preferencias le sugieran.
La verdad es que la ley del placer es simple y a la vez muy compleja: a mayor cantidad de estímulos sensuales, mayor placer. 



Auxiliadora Marenco.-
Psicòloga

domingo, 28 de agosto de 2016

MODA Y SALUD






                    MODA Y SALUD



Si bien en los últimos años existe la tendencia a recuperar lo que el cuerpo femenino es en realidad, más allá de una tendencia o estilo en la moda, tambièn lo  es que aùn desde ella se envian señales que exaltan la delgadez como un metro de belleza de la mujer de estos tiempos.-


Desde los años 80 del siglo pasado, la belleza y la salud han dejado de ser un medio para convertirse en un fin en sí mismos. La mayoría de las personas sufren una gran presión mediática y social para conseguir un cuerpo bello, delgado y joven, el tan deseado cuerpo 10. Además, estar «sano» ya no es un deseo y una aspiración natural de toda persona, sino una especie de «tiranía» que ha convertido la salud en un deber que, según la industria del bienestar, sólo podemos satisfacer mediante el consumo de determinados productos y servicios comerciales. 

Se ha impuesto la delgadez (incluso extrema) como canon de belleza, con la consiguiente explosión de dietas milagrosas y la expansión  de los alimentos light, la extensión de la cirugía estética a clases sociales a las que antes estaba vedada, la apología del ejercicio físico, y el florecimiento de los gimnasios, spas, balnearios y centros wellness. 
La mayoría de los especialistas, consideran los desórdenes alimentarios como epidemia social; ya que en los últimos años, no sólo ha aumentado el número de casos, si no que también la población masculina comienza a verse afectada, y la adolescencia ya no es la única población riesgo. "La moda, su difusión, la publicidad centrada en la mujer y en el adelgazamiento y la estética unido al perfil de mujer-joven; han llevado a considerar los trastornos de la conducta alimentaria como una auténtica epidemia de la moda" (Morandé, 1999).


Así pues, no es la moda en sí la que origina los trastornos alimentarios, sino todo el universo que gira alrededor de ésta (publicidad, acontecimientos sociales, entorno laboral, intereses económicos...) y el seguimiento consciente e inconsciente que se hace de la misma con la principal finalidad de ser aceptados socialmente. Vamos a ver como, a lo largo de la historia la moda ha marcado tendencias en la forma de vestir, exaltando unas partes de la figura y disimulando otras, pero en los años noventa y en los años dos mil, la influencia era mayor sobre el cuerpo, dándole más protagonismo que a las prendas, y con ello reforzando un cannon de belleza que en muchos casos rozó la patología. No sólo se pretende que se siga la moda en torno al vestido, también que se siga la moda en torno al cuerpo. Cada vez damos más importancia al aspecto personal (tener una buena imagen atrae a la gente, nos ayuda a conseguir empleo, expresa como somos y como nos sentimos), ya no es sólo el perfil de mujer joven de clase media-alta la que produce, mantiene e interioriza estos valores a cualquier precio. El tener un cuerpo ideal es perseguido por mujeres y hombres de todas las clases sociales, de todas las edades y cada vez por más sociedades y culturas.




Nasser señala que “estar delgada simboliza a la mujer nueva, que es capaz de combinar cualidades de autocontrol y de libertad sexual”. La moda en el vestir, actualmente, se presenta como el bienestar consigo mismo. Es silenciosa, pero expresiva. Es un fenómeno social y complejo. 

Tiene la finalidad de despertar aprobación o admiración del otro, para alcanzar el nivel de autoestima que nos hace sentir bien, pero ya no tiene la finalidad de vestir para no pasar frío o no pasar calor; es decir ya no tiene una función primaria; ahora la moda tiene una función secundaria, sigo la moda para ir elegante, para ir cómodo, para sentirme identificado en mi grupo social y para diferenciarme de mis iguales (función terciaria).
La mayoría de los especialistas, consideran los desórdenes alimentarios como epidemia social; ya que en los últimos años, no sólo ha aumentado el número de casos, si no que también la población masculina comienza a verse afectada, y la adolescencia ya no es la única población riesgo. 
"La moda, su difusión, la publicidad centrada en la mujer y en el adelgazamiento y la estética unido al perfil de mujer-joven; han llevado a considerar los trastornos de la conducta alimentaria como una auténtica epidemia de la moda" (Morandé, 1999). 



Como ejemplo, un caso paradigmático:  Filippa Hamilton era una famosa modelo de la firma Ralph Lauren, hasta que la firma decidió publicar una campaña gráfica con un retoque exagerado de Photoshop, en el que se la veía extremadamente delgada. La modelo exigió que se retirara esa publicidad y Ralph Lauren lo hizo, además de pedir disculpas públicas. Luego, la firma decidió ponerle fin al contrato de Filippa, quien denunció públicamente que se trató de un caso de discriminación porque consideraron que era “demasiado gorda”.



En una entrevista a Karl Lagarfeld (diseñador de Chanel y también sometido a dieta) comenta que  " Cansado del rollo “grunge” y de las bellezas larguiruchas, cuando quiere fotografiar a una mujer de verdad llama a Gisele”. En el año 2002 fue consagrada como la mujer más bella del mundo. Lo alarmante del caso, es que esta mujer de 22 años, considerada la más bella del mundo, tenia  las siguientes medidas: pecho: 86, cintura: 61, cadera: 86, altura: 1,80, peso: 52 Kg.

Entramos en un siglo de culto al cuerpo, perseguimos la aceptación social el estar bien con nosotros mismos, y la eterna juventud.
Nos obsesionamos con nuestro físico, y la publicidad es la mediadora y la que se encarga de que esos cuerpos los aceptemos como normales, pero ¿Por qué? La economía, la política, parece que tienen en esto mucho que ver, pero ¿Con qué finalidad? Crecimiento de determinados sectores? Se fomenta la dieta, pero la dieta ¿de qué tipo?, parece que la prescrita por nuestro médico no está muy bien vista, está mejor considerada la de las tiendas especializadas (cadenas de herboristerías que están creciendo en todas partes); se fomenta el deporte, pero mejor ir al gimnasio, se fomenta la imagen joven, pero mejor que tratamientos naturales, y las cremas faciales de toda vida, nos inclinamos por las clínicas estéticas de cirugía.
Por lo tanto, la moda en el vestido no es sólo un fenómeno social en sí mismo, los cuerpos (las tallas) que aparecen en publicidad se están generalizando en toda la población y se están aceptando socialmente como los mejores, los más atractivos y los más sanos. Los vestidos que lucen las modelos de la talla 36 en las pasarelas no son socialmente tan atractivos cuando se convierten en una normalizada talla 42. Hemos pasado de una socialización del vestido a una socialización del cuerpo.



Felizmente, una corriente diferente está tomando impulso sobre las pasarelas de la moda y la publicidad ha encontrado un nuevo  nicho hacia adonde apuntar: las mujeres de talla 48/50 que irradian naturalidad y andan por la vida orgullosas de sus curvas, recobrando  voluptuosidad para los cuerpos femeninos,  que casi se habia perdido.-
Estemos atentos, una nueva tendencia se está imponiendo...





Fuente:    Eva Urbòn Ladrero
 En torno al vestido y al cuerpo: moda y aceptación social.





sábado, 27 de agosto de 2016

MODA Y SOCIOLOGIA





                     MODA Y SOCIOLOGIA


“La belleza es la mejor carta de presentación"
 Aristóteles

Existen una gran diversidad de términos, en torno al concepto de la moda, que podemos considerar, encontrando que este termino se encuentra sujeto a variaciones cíclicas de los fenómenos externos del comportamiento privado en público: la vestimenta, la presencia física, los hábitos sociales, las reglas de protocolo, el diseño de útiles cotidianos, el estilo estético e intelectual, etc., con fenómenos complementarios que dejan huella, por lo que, muchas formas, impersonalmente estructuradas: el arte, la ciencia, el pensamiento o la arquitectura, resultan igualmente sometidas, a la tarea de la manifestación de una determinada moda.

 La definición que utiliza el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en su vigésima primera edición, para definir la moda, es la siguiente: "Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en un determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos...".

 Según otro Diccionario, concretamente el de Sociología de Larrouse, el término moda se aplica en el lenguaje corriente: "al favor concreto y momentáneo del que disfruta una cosa, a los cambios que afectan a la vestimenta o, incluso a la propia ropa".

En sociología, la moda se concibe como un  proceso de transformación que no cesa y esta  noción no se limita a las modas del vestir, ni a las pasiones desmesuradas, por objetos o comportamientos superficiales, es decir, a los caprichos de cualquier tipo. En razón de esto, la utilidad no es su función, sino que prima un carácter irracional o arbitrario en las  manifestaciones de la llamada “moda”.

En los comienzos de la sociología, la moda era una referencia obligada que permitía manifestar la parte social que tienen los comportamientos privados y ésto se debe a la fuerte identificación que hay entre moda y moda del vestir , ya que la elección de la ropa está determinada, en parte, por su disponibilidad y su coste económico. Además, en este caso, cada persona sabe lo que se ajusta a la tendencia colectiva de cada momento. Pero lo que resulta fascinante del fenómeno de las modas es observar  la estrecha vinculación entre lo individual y lo colectivo, lo privado y lo público. La suma de nuestras opciones individuales constituye el "gusto colectivo" del momento; sin embargo, todo sucede como si los gustos individuales se adaptasen a ese gusto colectivo.

La cualidad llamada "belleza" tiene existencia universal y objetiva. Las mujeres deben aspirar a personificarla y los hombres deben aspirar a poseer mujeres que la personifiquen. Es un imperativo para las mujeres pero no para los hombres, y es necesaria y natural, porque es biológica, sexual y evolutiva.
 Los hombres luchan por poseer mujeres bellas y las mujeres bellas tienen mayor Éxito reproductivo y de conquista que las otras. Nada de esto es significativo en la realidad, pero todo el mundo lo tienen interiorizado.
A esto contribuye la llamada “prensa femenina”, en la que casi siempre se haya implícita la realidad de la moda, que aparece como un testimonio válido de la mentalidad femenina, y, un objeto referencial de la visión del mundo, es decir, de una cultura que trata de diferenciar, a veces, confrontándolos, lo masculino y lo femenino.

 Esta situación de la creación de moldes y, concretamente, el de la mujer, aparece ligado a sus atributos físicos para los que la moda construye significaciones destinadas a mediar entre su autoconcepción y autoestima y la realidad externa.
Llegado a este punto  parece evidente que las mujeres no consideran el vestirse como una emoción o como una ceremonia, no suele atisbar ciertas satisfacciones de su atuendo, no saben exactamente porque se adornan con aderezos no funcionales o incómodos, y, en definitiva, ni siquiera están seguras, del destinatario a quien ofrecer esa parafernalia.
Podemos llegar a un consenso en cuanto que, la moda es el conjunto de hábitos y estilos que tienen los miembros de un determinado grupo en la forma de relacionarse, las costumbres sociales y la manera en que está reglamentada la convivencia en ese grupo humano. Si la moda consiste en las variaciones continuas a las que los seres humanos someten a su vestimenta en una determinada sociedad, se deduce que toda alteración en la estructura social se reflejan en el vestido; y, más aún, producir modas nuevas que la simbolicen.
Dentro de una determinada sociedad, la moda sirve siempre como indicador y refuerza las diferencias sociales. Refleja, por lo tanto, toda alteración en las relaciones de dominio de una sociedad dada.
Con la manifestación del movimiento feminista en los años sesenta fue ineludible que muchas mujeres se preguntaran, si el culto a la belleza femenina no resultaba, en la práctica, un elemento discriminatorio que impedía alcanzar el objetivo de la plena igualdad entre los géneros. Exponiéndose al ridículo y al rechazo social, algunas mujeres optaron por renunciar al "hábito ancestral de guardar la compostura y el acicalamiento" con la idea de generar un cambio de conciencia y, por consiguiente, una transformación de los valores imperantes. Pues bien, transcurridos dos decenios, este aspecto concreto de la lucha feminista ha terminado en fracaso. El culto a la belleza física no sólo no ha desaparecido, sino que se ha masificado.
Durante las últimas décadas, las mujeres han irrumpido en la estructura del poder; al mismo tiempo que, los trastornos de la alimentación han ido aumentando en progresión geométrica, y la cirugía plástica se ha convertido en la especialidad médica de más rápido desarrollo e incremento económico. En los últimos  años, los gastos de consumo se han duplicado. La pornografía y el erotismo se han transformado en el principal sector de los medios de comunicación.
En la actualidad existe un mayor número de mujeres que poseen más poder adquisitivo, más campo de acción y más derechos legales que en otros tiempos. Pero en cuanto a, como nos sentimos las mujeres respecto a nuestro físico es muy posible que estemos en realidad peor que nuestras antepasadas no liberadas. Estamos en medio de una violenta reacción contra el feminismo, que utiliza imágenes de belleza femenina como arma política para frenar el progreso de la mujer: es la potenciación de la belleza como paradigma social único y generalizable.
Las modas actuales alcanzan un cúmulo de relaciones posibles, sobre todo si pensamos que se dan en una civilización fundamentalmente urbana y tecnológica. Esto no resulta difícil de comprender si se acepta que, en la escala de valores prima le satisfación  personal y la conquista de un bienestar personal y social. Casi siempre en una contradicción con la naturaleza, para la que nos convertimos en una amenaza constante y cada vez más arraigada. 
Dentro de unos pocos años, un alto porcentaje de la población, independientemente de su género, habrá pasado por el quirófano para realizar algún retoque con su cuerpo para estar a la moda. 

¿Qué pasará cuando dejen de estar de moda los labios carnosos y los senos voluptuosos o el hombre metrosexual que se cuida y se acicala con esmero? ¿se recurrirá al milagro de la cirugía para dar vuelta atrás o cambiarán las modas recurriendo al pasado más primitivo...?


 M. Carmen Bañuelos Madera
 Profesora Asociada Departamento de Ciencia Política y Sociología
 Universidad Carlos III de Madrid

La Mujer y su vinculaciòn con el cuerpo.-




La mujer y su vinculación con el cuerpo.-

La mayoría de los estudios definen nuestro cuerpo como algo objetivo, concreto, que se puede medir con límites precisos; sin embargo, lo que llamamos «esquema corporal» es la idea que tenemos del mismo, por lo tanto es algo subjetivo y sujeto a posibles modificaciones. La corporalidad se constituye en un instrumento de expresión de nuestra propia personalidad, también nos sirve para tomar contacto con el exterior, comparándonos con otros cuerpos y objetos, por lo que se puede hablar, dentro del esquema corporal, del cuerpo objeto, es decir, de la representación aislada que nos hacemos de nuestro cuerpo en sí mismo, y del cuerpo vivido, que se refiere a la forma en que nuestra corporalidad se manifiesta en nuestras relaciones humanas y en la socialización. Nuestros cuerpos no son sólo el lugar desde el cual llegamos a experimentar el mundo, sino que a través de ellos llegamos a ser vistos en él.
El  yo esta ubicado en el cuerpo, que a su vez está ubicado en el tiempo y en el espacio.
 A veces somos conscientes de nuestros cuerpos como objetos que se han de mirar, en espacios sociales concretos, mientras que en otros, como el hogar, no sintonizamos con nuestros cuerpos como objetos que han de ser contemplados. En los espacios públicos podemos sentir que estamos en primer plano, mientras que, cuando estamos en casa, nos encontramos entre bastidores.
El tiempo y el espacio ordenan nuestro sentido del yo en el mundo, nuestras relaciones y encuentros con los demás y, también, la forma de cuidar de nuestros cuerpos. En Occidente, la práctica cotidiana de vestirse implica ser consciente del tiempo, porque la moda ordena la experiencia del yo y del cuerpo en el tiempo, y esta ordenación del tiempo se da especialmente a través del sistema de la moda que se organiza en dos temporadas: primavera-verano y otoño-invierno. Las revistas de moda, a su vez, congelan el flujo de las prácticas cotidianas del vestir y lo ordenan en distintas categorías: pasado, presente y futuro. 

La sociología del vestir y las prácticas de la industria de la moda pueden utilizar estos términos fenomenológicos para ver cómo la experiencia de cuidar y presentar el cuerpo está social y temporalmente constituida. El espacio es la otra dimensión de nuestra experiencia del cuerpo y de la identidad. El espacio es externo para los individuos, en cuanto impone reglas y normas particulares sobre ellos, e interno para los mismos, en cuanto es experimentado y, de hecho, transformado por ellos6. Los espacios públicos (la calle, la oficina y los centros comerciales) funcionan con normas distintas y determinan cómo hemos de presentarnos y cómo hemos de interactuar con los demás. El espacio también es experimentalmente distinto según la hora del día. En este sentido, el espacio es tanto social como sensorial.
El vestir forma parte del orden microsocial de la mayoría de los espacios sociales, y cuando nos vestimos hemos de tener presente las normas implícitas de dichos espacios, ya que existe un código del vestir que hemos de cumplir. Puede que no siempre seamos conscientes, quizá sólo en ciertas circunstancias, como en las situaciones formales, que exigen un alto grado de conciencia corporal y del vestir.
Los espacios también tienen género. Las mujeres experimentan los espacios públicos de modo muy distinto a como los experimentan los hombres.  El espacio impone sus propias estructuras en las personas, que, a su vez, pueden idear estrategias de vestir encaminadas a controlar ese espacio. Así, es más probable que la mujer profesional sea más consciente de su cuerpo y del vestir en los espacios públicos laborales que en el hogar. Los espacios laborales tienen distintos significados para las mujeres y ellas han desarrollado estrategias especiales de vestir para controlar las miradas de los demás, sobre todo las de los hombres. El grado más alto de autoconciencia del aspecto se manifestaba en ocasiones muy formales como en las bodas o en entrevistas de trabajo, pero hay investigaciones que demuestran  de qué modo el aspecto y, por ende, la indumentaria está sujeta a diversos grados de conciencia según la situación. Las mujeres más que los hombres ven sus cuerpos como objetos a los «cuales se ha de mirar»; al efecto podemos afirmar que la conciencia del aspecto corporal está influida por el género.
 Las mujeres suelen identificarse más con el cuerpo que los hombres, y eso puede generar experiencias de corporeidad diferenciales: se puede afirmar que las mujeres tienen más tendencia a desarrollar una mayor conciencia corporal de ellas mismas como un ser corpóreo que los hombres, cuya identidad no está tan situada en el cuerpo.
Las mujeres están sujetas a muchas prácticas disciplinarias que producen un tipo de cuerpo típicamente femenino. Y es que, al parecer, la feminidad es un artificio, es una construcción social: «es una forma de aplicar y reaplicar las normas de género que revisten otros tantos estilos de cuerpos». Entre las muchas técnicas corporales que producen un cuerpo más femenino se pueden distinguir tres:

a) aquéllas que pretenden conseguir un cuerpo de cierto tamaño y configuración, como son: la cirugía estética, los regímenes, las dietas, cuyo extremo máximo se encuentra en la bulimia y la anorexia nerviosa (enfermedad femenina entre los 14 y los 26 años)

 b) aquellas técnicas que tienen como objetivo conseguir una forma de expresión corporal femenina a través de la forma de moverse, en la mirada y en los gestos, y

c) aquéllas que están dirigidas a mostrar un cuerpo como una superficie decorativa: depilación, maquillaje y adornos .

Todas estas prácticas disciplinarias o técnicas corporales femeninas funcionan como un sistema de micropoderes, pues son esencialmente desigualitarias y asimétricas. Sin embargo, lo más importante de todo este proceso es que este poder no sólo está en los propios agentes de socialización (familia, escuela, medios de comunicación), sino en todas partes y en ninguna a la vez, de tal forma que la ausencia de una estructura formal o institución crea la impresión de que la producción de la feminidad es voluntaria y natural. En suma, lo que pretenden estas disciplinas corporales femeninas es crear compañeras dóciles y obedientes o cuerpos dóciles y obedientes.


Ana Martínez Barreiro
Universidad de A Coruña. 
Departamento de Sociología y Ciencia Política y de la Administración.-

jueves, 25 de agosto de 2016

EL CUERPO FEMENINO EN LA CULTURA VISUAL GLOBAL





                  EL CUERPO FEMENINO EN LA CULTURA VISUAL GLOBAL



La liberación sexual de las décadas de los 70 y 80 permitieron romper algunos límites de género gracias a la acción, entre otras, del arte feminista en retratos, desnudos y narrativas visuales.
En las últimas décadas del siglo XX se generaron procesos de exploración de la feminidad desde la performatividad de la sexualidad. Mientras tanto la globalización absorbía los modelos patriarcales de las sociedades y generaba un movimiento expansivo de los usos mercantilistas del cuerpo de las mujeres. A principios del siglo XXI, asistimos a un repunte de la presencia masiva en los medios de comunicación de la imagen de la mujer.
 Las propias estructuras sociales  han desarrollado un juego de identidades manipulando las supuestas libertades recién descubiertas de las mujeres, entre ellas la sexual. 


Desde la idea de la libertad personal, se muestra de nuevo el cuerpo femenino como objeto mostrable y observable, haciendo responsable de su exposición a las mujeres (en un ejercicio de voluntad emancipada «mi cuerpo es mío»), pero manteniendo la visión voyeurista que sostiene la hegemonía de la mirada del varón. Se trata de un engaño, en el que la mujer sexualiza su identidad como único valor aceptable socialmente.
 Vivimos sumergidos en una cultura hipersexualizada. La presencia de lo sexual es, en la actualidad, uno de los principales elementos que articula la relación entre hombres y mujeres. Este subrayado de las diferencias sexuales conlleva un trabajo de comparación y valoración de las capacidades de ambos sexos. Enseñar el cuerpo desnudo en una revista o un show televisivo, posar al lado de un cantante de moda con un bikini ínfimo, participar en una fiesta de camisetas mojadas o insinuar la desnudez bajo una camiseta que deja a la vista a tira del sostén, el hombro y media espalda, se ha normalizado en las imágenes cotidianas que recibimos. Estas acciones cotidianas redirigen el uso y visión del cuerpo. Se ejerce poder, pero a la vez se somete al cuerpo a la tiranía de las estructuras patriarcales que lo usan como instrumento de coacción.

 Esta esquizofrenia identitaria provoca en muchas mujeres, sobre todo las generaciones jóvenes, una reconsideración de su propia libertad. Es decir, su identidad se fundamenta en el reajuste corporal y sexual a los iconos femeninos objetuales dominantes y una mercantilización de lo físico.
Las reivindicaciones feministas dejan de tener sentido, como reacción ante la opresión de las mujeres. Se ejerce, así, un control sobre el cuerpo y por extensión, sobre las prácticas cotidianas y políticas de las mujeres, desde un velo de libertades y voluntades emancipadas,  ficticio.
El problema de la participación de las mujeres en la propia exhibición del cuerpo y su dominación tiene consecuencias cotidianas directas. La primera es la proliferación, de nuevo, de iconos femeninos que creíamos superados. Uno de ellos es aquel que presenta a la mujer como aquella que es comida. 
En la publicidad se está volviendo a recuperar el uso del cuerpo de la mujer como objeto sexual para la venta de productos que nada tienen que ver con la mujer (un coche, un reloj…).
 Se utiliza su cuerpo como un reclamo para el varón, al que se le vende una experiencia sexual que acompaña al producto.




En internet y en televisión, se presentan modelos de mujer, normalmente con poca ropa, con curvas y grandes pechos que acompañan a los protagonistas varones. Son objetos de deseo y a la  vez provocación para el varón. Este icono femenino no es del todo pasivo, sino que disfruta interactuando con el hombre en la provocación, ejerce el control al que previamente se ha sometido. En los ámbitos de los medios de comunicación dirigidos a adolescentes es el modelo que prospera. Las jóvenes reciben la consigna de que para estar al lado del varón han de ser bellas y estar sexualmente apetecibles. Este mensaje distorsiona la autoimagen personal de las mujeres jóvenes, que sacrifican gran parte de su tiempo en transformar su imagen para agradar a los varones que las rodean.

De esta manera la publicidad contribuye, por un lado, a discriminar a las mujeres como sujetos secundarios en la vida diaria, y por otro a concebir el cuerpo de la mujer como un objeto meramente sexual. La combinación de estas dos reacciones puede ocasionar en las adolescentes problemas como la anorexia, la bulimia y la hiperfagia nerviosa, y otros relacionados con la autoestima, que tienen que ver con el intento de buscar en el propio cuerpo algo que no se es. Tal es el caso de los videos musicales en los que cantantes masculinos se rodean de guapas modelos en bikini, que se mueven provocativamente, llenando la proyección audiovisual de una carga erótica explícita. Una década antes habríamos calificado estas imágenes como degradantes para las mujeres, pero en la actualidad asumimos la cosificación de las mujeres como normal.
Junto a estos iconos conocidos, se incorporan otros más agresivos, en los que se designa a la mujer como aquella que devora. 
Presenta a la mujer en una actitud desenvuelta, dominante y autónoma, que se sirve de sus encantos para buscar su propio placer.
 Estamos preparando, por tanto, a las niñas para que se centren en utilizar su cuerpo como reclamo personal y dejar a un lado otros valores personales.
 No debemos engañarnos en esta cuestión. La visión de la mujer sexualmente liberada esconde detrás una manipulación perversa de la conquista de la autonomía personal femenina a la que muchas mujeres se someten en esa práctica de la disciplina de la que antes hablábamos. Es, además, un engaño para las mujeres jóvenes que pueden pensar que con el simple hecho de tener relaciones sexuales de manera habitual con distintos hombres es suficiente para creer que su presencia como mujer y su participación social están garantizadas.-

Silvia Martínez Cano Dra. en Educación
Máster en Artes Visuales y Educación.
Universidad Pontificia de Comillas,  Madrid