viernes, 12 de octubre de 2018

Retrato






Retrato

  
Yo no tenía este rostro de hoy,
tan calmo, tan triste, tan delgado,
ni estos ojos tan vacíos,
ni este labio amargo.

Yo no tenía estas manos sin fuerza,
tan detenidas y frías y muertas;
yo no tenía este corazón
que ni se muestra.

Yo no advertí este cambio,
tan simple, tan cierto, tan fácil:
¿En qué espejo se perdió
mi imagen?

Cecilia Meireles
Brasileña

Caminaremos tomadas de la mano...




La vieja sabia me espera,
completamente segura de nuestro encuentro.
Espera con su paciencia.
Espera…dueña de todo el tiempo.

Ella sabe que algún día,
a la vuelta de la esquina,
me mirará a los ojos
y me dejará su caricia tibia.

Sabe bien, y no se equivoca,
que en algún lugar, hoy no tan lejano,
caminaremos unidas,
recorreremos el camino de la mano.

Tan segura está de nuestro encuentro,
que me da varios años de ventaja,
para que aprenda, me nutra,
para que vivencie y la alcance.

Tiene la sabiduría de mil años,
la libertad de la naturaleza,
tiene la experiencia de todas las mujeres
y tiene toda, toda la paciencia.

Me cobijará en un abrazo tierno,
con la esperanza de los años venideros,
me cubrirá con su velo de espuma
me acariciara con el amor de los recuerdos.

¿Podré esperar para encontrarla?
¿Yo, que corro contra el tiempo?
¿Podré reconocerla cuando la vea,
o tendré que asimilarla,
momento a momento?

Ya la espero y no le temo,
a veces, hasta no veo el momento,
pero para todo hay un espacio,
pero para todo…hay un tiempo.


Sandra Wasilewski

Mujeres sin redenciòn




MUJER IRREDENTA


Hay quienes piensan
que he celebrado en exceso
los misterios del cuerpo
la piel y su aroma de fruta.

¡Calla, mujer! me ordenan
No nos aburras más con tu lujuria
Vete a la habitación
Desnúdate
Haz lo que quieras
Pero calla
No lo pregones a los cuatro vientos.

Una mujer es frágil, leve, maternal;
en sus ojos los velos del pudor
la erigen en eterna vestal de todas las virtudes.
Una mujer que goza es un mar agitado
donde sólo es posible el naufragio.

Cállate. No hables más de vientres y humedades.
Era quizás aceptable que lo hicieras en la juventud.
Después de todo, en esa época, siempre hay lugar para el desenfreno.
Pero ahora, cállate.

Ya pronto tendrás nietos. Ya no te sientan las pasiones.
No bien pierde la carne su solidez
debes doblar el alma
ir a la Iglesia
tejer escarpines
y apagar la mirada con el forzado decoro de la menopausia.

Me instalo hoy a escribir
para los Sumos Sacerdotes de la decencia
para los que, agotados los sucesivos argumentos,
nos recetan a las mujeres la vejez prematura
la solitaria tristeza
el espanto precoz a las arrugas.

¡Ah! Señores; no saben ustedes
cuánta delicia esconden los cuerpos otoñales
cuánta humedad, cuánto humus
cuánto fulgor de oro oculta el follaje del bosque
donde la tierra fértil
se ha nutrido de tiempo.

Gioconda Belli -
 Nicaragua 


Etapas...

Christiane Vleugels


Etapas
Como cada flor marchita, 
Y toda juventud con la edad decae, 
Así florece cada etapa de la vida, 
Florece cada sabiduría y cada virtud a su tiempo, 
Y no puede durar eternamente.
El corazón debe estar, a cada llamada de la vida, 
Presto a la despedida y los nuevos comienzos, 
Para con valentía y sin remordimientos, 
Entrar en nuevas ligazones. 
Cada comienzo está lleno de una magia 
Que nos protege y nos ayuda a vivir

Hemos de atravesar alegres espacio tras espacio, 

No depender de hogar alguno, 
El espíritu cósmico no quiere encadenarnos, 
Quiere elevarnos etapa tras etapa, 
Ampliarnos. 
Apenas nos aclimatamos a un círculo de vida, 
Cuando el hábito familiar hace la indolencia, 
Sólo alguien que esté preparado para salir y viajar,
Puede escapar del hábito paralizante. 

Quizá también la hora de la muerte 

Nos envíe a espacios nuevos, 
Nunca tendrá fin en nosotros la llamada de la vida... 
¡Bien, pues, corazón, despiértate y sana!
Hermann Hesse



Christiana Vleugels

Girasoles!!












































        G I R A S O L E S!

Habria que sembrar girasoles
a lo largo del camino,
sembrarlos en la tierra, 
en la ciènaga, en el barro
plantarlos bajo el odio
como se planta el fuego.

Habrìa que sembrar girasoles
aunque la tarde prosiga
con su rumor de polvo.
La caverna está en el centro,
y tras los dìas, los girasoles
subvierten al desprecio,
pero habrìa que sembrar girasoles, digo
- no por insistencia - 
sembrar girasoles con afán
de prolongar partidas
regaRles la noche con ajenjo, 
cubrir de arena la sorda vida.

Habria que sembrar girasoles de pesadumbre,
de tallos largos que sostengan
la gravedad del hombre,
sembrarlos a lo largo del camino, 
plantarlos en los techos de las casas,
en todas partes, con su luminosa forma.

Si hacemos esto,
de aquì a veinte años,
aprenderemos a dar abrazos a las piedras
antes de arrojarlas al Sol.

Francisco Ruiz Vdiel.-


                                                             Pintura de Maria Eugenia Calderòn


                                                                                Plantaciòn de Girasoles



                                                                            Pintado por Carmen Sotuela



Pintado por Lluis Valls Areny

Pintado por Hélene Gastin-Mozol

Pintado por Jose Luis Jaramillo Cavas   

Pintado por Miguel Porley (Campos en Canelones - URUGUAY)                                                                                  

                                                                              Pintado por Rob Gonsalvez

Sin complejos!!




Me ha dado mucho gusto ingresar al universo femenino de Jeanne Lorioz, pintora francesa nacida en 1954.
En sus pinturas nos presenta a hermosas y atractivas mujeres pasadas de kilos, con sus curvas contundentes plenas de reminiscencias de las féminas de Rubens, blancas y voluptuosas.
Sus cuerpos son robustos, generosos, de colores y formas alegres, llenos de ternura.
Casi todas nos dan la espalda, como restándonos importancia; ellas son felices como son y desconocen la crìtica, no les importa.
Jeanne Lorioz escapa de los cánones habituales de belleza y juega con sus características lineas carnales, inusuales.
La pintora nos las muestra en momentos cotidianos comunes a cualquiera de nosotros; hacen sus tareas, pasean, van a la playa ,contemplan el mundo, juegan con sus mascotas, se bañan, bailan, conquistan, seducen  y  duermen! Son coquetas y divertidas!
De este modo, rinda homenaje a la alegrìa de vivir del llamado sexo dèbil, a su liberalidad y generosidad maternal. Son mujeres ajenas a las cirugias y a los artilugios de la cosmética que transforma y desfigura; ellas simplemente son..., y asi son felices!



























El relato de la Tia Ofelia...




Sanchis Cortes 


"Hay gente con quien la vida se ensaña, gente que no tiene una mala racha, sino una contìnua sucesiòn de tormentas. Casi siempre esa gente se vuelve lacrimosa.  Cuando alguien la encuentra, se pone a contar sus desgracias, hasta que otra de sus desgracias termina siendo que ya nadie quiera encontrársela.
Esto último no le pasò a la tia Ofelia, porque a la tia Ofelia la vida la cercò varias veces con su arbitrariedad y sus infortunios, pero ella jamás abrumò a nadie con el relato de sus pesares.  Dicen que fueron muchos, pero ni siquiera se sabe cuàntos, y menos las causas, porque ella se encargò de borrarlas, cada mañana, del recuerdo ajeno.

Era una mujer de brazos fuertes y expresiòn juguetona, tenia una risa clara y contagiosa que supo soltar siempre en el momento adecuado. En cambio, nadie la vio llorar jamás.
A veces le dolìan el aire y la tierra que pisaba, el sol al amanecer y la cuenca de los ojos. Le dolìan como un vértigo el recuerdo, y como la peor amenaza, el futuro. Despertaba a media noche con la certidumbre de que se partirìa en dos, segura de que el dolor se la comerìa de golpe. Pero apenas habia luz para todos,  ella se levantaba, se ponìa la risa, se acomodaba en el brillo en las pestañas, y salia a encontrar a los demás como si los peores pesares la hicieran flotar.
Sanchis Cortes 
Nadie se atreviò a compaderla  nunca. Era tan extravagante su fortaleza, que la gente comenzò a visitarla para pedirle ayuda. Cuàl era su secreto? Quièn amparaba sus aflicciones? De donde sacaba el talento que la mantenìa erguida frente a las peores desgracias?
Un dia le contò su pena a una mujer joven cuyo dolor parecia no tener remedio:
- Hay muchas maneras de dividir a los seres humanos- le dijo -.   Yo los divido entre los que se arrugan para arriba y los que se arrugan para abajo, y quiero pertenecer a los primeros. Quiero que mi cara de vieja no sea triste, quiero tener las arrugas de la risa y  llevármelas conmigo al otro mundo. Quièn sabe què habrá para enfrentar allá."

Angeles Mastretta 
Fragmento de Mujeres de ojos grandes.-


Sanchis Cortes

Eligiendo a Eva...

Tamara Adams 


¿Qué pasaría si Eva no hubiera mordido la manzana?... ¿Qué ocurriría si el árbol de la ciencia del bien y del mal en realidad no hubiera sido ningún árbol?... ¿A quién, en pleno siglo XXI, le importa la historia de Eva? 
Tal vez, efectivamente, a nadie, pero la realidad es que los efectos de esa intragable historia aún continúan condicionando la vida de miles de mujeres del planeta.
Una historia inventada, lógicamente, por hombres, y que se perpetuó sobre todo a través de los hombres de las iglesias, con el único fin de atemorizar y utilizar durante siglos a la mujer, una historia que la colocó y aún la coloca en un escalón por debajo del hombre.
La Eva creada por el hombre es una Eva que salió de la costilla de Adán, es decir, un ser incompleto, que durante muchos siglos por no tener no tenía ni alma, y cuando el bondadoso hombre le concedió alma le negó cualquier capacidad mental. Así, si una mujer tenía ideas propias, o tenía una mente más lúcida que los hombres, era inmediatamente condenada, tratada de bruja o sometida a un férreo control por parte de padre, hermanos o esposos.
Una Eva creada para que el pobrecito de Adán no se sintiera solo, o lo que es lo mismo, un juguete sexual, que al fin y al cabo es como muchos hombres siguen viendo a las mujeres.
Una Eva culpable, madre de todas las mujeres, lógicamente culpables, como ella, excusa perfecta para que los machistas sigan ejerciendo un poder absoluto y tirano sobre las mujeres.
Una Eva “pecadora” que condicionó y marcó, e hizo que las mujeres durante mucho tiempo se lo creyeran y, como consecuencia, vivieran con temor, con culpabilidad, con sumisión…
Pero, tal vez la historia fue otra…

Tamara Adams 














“Hace muchos miles de años vivían en el bosque distintos grupos de simios. Eran unos grupos pequeños y organizados donde todos cuidaban de todos.
En uno de estos grupos había una hembra distinta a todas los demás.
La pequeña siempre había sido diferente, todos los sabían y todos la habían aceptado porque sus conocimientos habían provocado cambios importantes en los hábitos cotidianos del grupo, cambios que les habían hecho mejorar.
Por eso nadie se extrañó cuando un día los reunió a todos y les pidió que la siguieran sin preguntar nada, sólo que confiaran en ella. Y así lo hicieron, y así fue como Eva les condujo fuera del bosque, a un lugar donde hasta entonces nadie se había atrevido a llegar. El grupo tuvo que enfrentarse a nuevos obstáculos, pero Eva sabía cómo debían hacerles frente, y sin apenas darse cuenta, esas dificultades fueron haciendo que todo cambiase, que se les abriesen nuevos espacios en sus incipientes mentes, que empezasen a pensar.
Pero lo que nadie sabía era que Eva, desde niña, tenía sueños. Sueños donde aprendía a utilizar nuevos objetos. Sueños donde veía hacia donde tenía que dirigirse para obtener mejores alimentos.
Por eso, unas noches antes de emprender el viaje, había tenido un sueño, un sueño donde había visto a su gente caminar en el suelo, no por los árboles. Y por primera vez pudo contemplar un paisaje tan amplio que su vista no alcanzaba a ver su final. Un paisaje en el que casi no había ningún árbol y la hierba, que en el bosque era pequeña, llegaba a cubrirla a ella y a los demás.
Pero Eva contempló algo que la dejó fascinada: todos los miembros de su tribu habían cambiado, caminaban erguidos, y Eva comprendió que eso era el principio, el principio de un nuevo tiempo, el principio de un cambio que les llevaría a lugares lejanos, a experiencias inimaginables”.
Eva, la primera soñadora, nuestra madre, era una hembra que amaba a los suyos, una líder que los cuidaba y conducía siempre por lo mejor. Era inteligente y despierta. Le gustaban las situaciones difíciles, los retos, y no se detenía ante nada porque sabía que la respuesta estaba en su interior.
Nosotras, las descendientes de Eva, debemos ahora elegir qué madre queremos. Podemos ser la Eva creada por el hombre y asumir ser la otra costilla, y vivir siempre bajo las limitaciones, la inercia, las comodidades.
Ser esa Eva sumisa, pasiva, superficial.
Esa Eva enamorada de sí misma que se pasa el día preocupada de sí misma, de su imagen, de sus amores, envidias, etc.
O, por el contrario, nos reconocemos descendientes de la verdadera Eva, una Eva comprometida con todo lo que la rodea.
Una Eva que no es pasiva ante nada en la vida. Que quiere crecer, conocer, superarse.
Una Eva que no espera, sino que actúa. Que no dice, sino que hace.
Una Eva que lucha por las cosas importantes de la vida.
Una Eva que sabe que todos los derechos que las mujeres disfrutan ahora son el fruto del sacrificio de muchas otras mujeres que se negaron a ser mujeres objeto, a aceptar las injusticias, las desigualdades, el silencio.
Una Eva que sabe tanto del valor del sacrificio, de la dignidad, de la valentía, como de la sensibilidad y de la ternura.
Una Eva valiente, fuerte, segura y decidida.
Cada una elige…

Tamara Adams