viernes, 12 de octubre de 2018

Retrato






Retrato

  
Yo no tenía este rostro de hoy,
tan calmo, tan triste, tan delgado,
ni estos ojos tan vacíos,
ni este labio amargo.

Yo no tenía estas manos sin fuerza,
tan detenidas y frías y muertas;
yo no tenía este corazón
que ni se muestra.

Yo no advertí este cambio,
tan simple, tan cierto, tan fácil:
¿En qué espejo se perdió
mi imagen?

Cecilia Meireles
Brasileña

Caminaremos tomadas de la mano...




La vieja sabia me espera,
completamente segura de nuestro encuentro.
Espera con su paciencia.
Espera…dueña de todo el tiempo.

Ella sabe que algún día,
a la vuelta de la esquina,
me mirará a los ojos
y me dejará su caricia tibia.

Sabe bien, y no se equivoca,
que en algún lugar, hoy no tan lejano,
caminaremos unidas,
recorreremos el camino de la mano.

Tan segura está de nuestro encuentro,
que me da varios años de ventaja,
para que aprenda, me nutra,
para que vivencie y la alcance.

Tiene la sabiduría de mil años,
la libertad de la naturaleza,
tiene la experiencia de todas las mujeres
y tiene toda, toda la paciencia.

Me cobijará en un abrazo tierno,
con la esperanza de los años venideros,
me cubrirá con su velo de espuma
me acariciara con el amor de los recuerdos.

¿Podré esperar para encontrarla?
¿Yo, que corro contra el tiempo?
¿Podré reconocerla cuando la vea,
o tendré que asimilarla,
momento a momento?

Ya la espero y no le temo,
a veces, hasta no veo el momento,
pero para todo hay un espacio,
pero para todo…hay un tiempo.


Sandra Wasilewski

Mujeres sin redenciòn




MUJER IRREDENTA


Hay quienes piensan
que he celebrado en exceso
los misterios del cuerpo
la piel y su aroma de fruta.

¡Calla, mujer! me ordenan
No nos aburras más con tu lujuria
Vete a la habitación
Desnúdate
Haz lo que quieras
Pero calla
No lo pregones a los cuatro vientos.

Una mujer es frágil, leve, maternal;
en sus ojos los velos del pudor
la erigen en eterna vestal de todas las virtudes.
Una mujer que goza es un mar agitado
donde sólo es posible el naufragio.

Cállate. No hables más de vientres y humedades.
Era quizás aceptable que lo hicieras en la juventud.
Después de todo, en esa época, siempre hay lugar para el desenfreno.
Pero ahora, cállate.

Ya pronto tendrás nietos. Ya no te sientan las pasiones.
No bien pierde la carne su solidez
debes doblar el alma
ir a la Iglesia
tejer escarpines
y apagar la mirada con el forzado decoro de la menopausia.

Me instalo hoy a escribir
para los Sumos Sacerdotes de la decencia
para los que, agotados los sucesivos argumentos,
nos recetan a las mujeres la vejez prematura
la solitaria tristeza
el espanto precoz a las arrugas.

¡Ah! Señores; no saben ustedes
cuánta delicia esconden los cuerpos otoñales
cuánta humedad, cuánto humus
cuánto fulgor de oro oculta el follaje del bosque
donde la tierra fértil
se ha nutrido de tiempo.

Gioconda Belli -
 Nicaragua 


Etapas...

Christiane Vleugels


Etapas
Como cada flor marchita, 
Y toda juventud con la edad decae, 
Así florece cada etapa de la vida, 
Florece cada sabiduría y cada virtud a su tiempo, 
Y no puede durar eternamente.
El corazón debe estar, a cada llamada de la vida, 
Presto a la despedida y los nuevos comienzos, 
Para con valentía y sin remordimientos, 
Entrar en nuevas ligazones. 
Cada comienzo está lleno de una magia 
Que nos protege y nos ayuda a vivir

Hemos de atravesar alegres espacio tras espacio, 

No depender de hogar alguno, 
El espíritu cósmico no quiere encadenarnos, 
Quiere elevarnos etapa tras etapa, 
Ampliarnos. 
Apenas nos aclimatamos a un círculo de vida, 
Cuando el hábito familiar hace la indolencia, 
Sólo alguien que esté preparado para salir y viajar,
Puede escapar del hábito paralizante. 

Quizá también la hora de la muerte 

Nos envíe a espacios nuevos, 
Nunca tendrá fin en nosotros la llamada de la vida... 
¡Bien, pues, corazón, despiértate y sana!
Hermann Hesse



Christiana Vleugels

Girasoles!!












































        G I R A S O L E S!

Habria que sembrar girasoles
a lo largo del camino,
sembrarlos en la tierra, 
en la ciènaga, en el barro
plantarlos bajo el odio
como se planta el fuego.

Habrìa que sembrar girasoles
aunque la tarde prosiga
con su rumor de polvo.
La caverna está en el centro,
y tras los dìas, los girasoles
subvierten al desprecio,
pero habrìa que sembrar girasoles, digo
- no por insistencia - 
sembrar girasoles con afán
de prolongar partidas
regaRles la noche con ajenjo, 
cubrir de arena la sorda vida.

Habria que sembrar girasoles de pesadumbre,
de tallos largos que sostengan
la gravedad del hombre,
sembrarlos a lo largo del camino, 
plantarlos en los techos de las casas,
en todas partes, con su luminosa forma.

Si hacemos esto,
de aquì a veinte años,
aprenderemos a dar abrazos a las piedras
antes de arrojarlas al Sol.

Francisco Ruiz Vdiel.-


                                                             Pintura de Maria Eugenia Calderòn


                                                                                Plantaciòn de Girasoles



                                                                            Pintado por Carmen Sotuela



Pintado por Lluis Valls Areny

Pintado por Hélene Gastin-Mozol

Pintado por Jose Luis Jaramillo Cavas   

Pintado por Miguel Porley (Campos en Canelones - URUGUAY)                                                                                  

                                                                              Pintado por Rob Gonsalvez

Sin complejos!!




Me ha dado mucho gusto ingresar al universo femenino de Jeanne Lorioz, pintora francesa nacida en 1954.
En sus pinturas nos presenta a hermosas y atractivas mujeres pasadas de kilos, con sus curvas contundentes plenas de reminiscencias de las féminas de Rubens, blancas y voluptuosas.
Sus cuerpos son robustos, generosos, de colores y formas alegres, llenos de ternura.
Casi todas nos dan la espalda, como restándonos importancia; ellas son felices como son y desconocen la crìtica, no les importa.
Jeanne Lorioz escapa de los cánones habituales de belleza y juega con sus características lineas carnales, inusuales.
La pintora nos las muestra en momentos cotidianos comunes a cualquiera de nosotros; hacen sus tareas, pasean, van a la playa ,contemplan el mundo, juegan con sus mascotas, se bañan, bailan, conquistan, seducen  y  duermen! Son coquetas y divertidas!
De este modo, rinda homenaje a la alegrìa de vivir del llamado sexo dèbil, a su liberalidad y generosidad maternal. Son mujeres ajenas a las cirugias y a los artilugios de la cosmética que transforma y desfigura; ellas simplemente son..., y asi son felices!



























El relato de la Tia Ofelia...




Sanchis Cortes 


"Hay gente con quien la vida se ensaña, gente que no tiene una mala racha, sino una contìnua sucesiòn de tormentas. Casi siempre esa gente se vuelve lacrimosa.  Cuando alguien la encuentra, se pone a contar sus desgracias, hasta que otra de sus desgracias termina siendo que ya nadie quiera encontrársela.
Esto último no le pasò a la tia Ofelia, porque a la tia Ofelia la vida la cercò varias veces con su arbitrariedad y sus infortunios, pero ella jamás abrumò a nadie con el relato de sus pesares.  Dicen que fueron muchos, pero ni siquiera se sabe cuàntos, y menos las causas, porque ella se encargò de borrarlas, cada mañana, del recuerdo ajeno.

Era una mujer de brazos fuertes y expresiòn juguetona, tenia una risa clara y contagiosa que supo soltar siempre en el momento adecuado. En cambio, nadie la vio llorar jamás.
A veces le dolìan el aire y la tierra que pisaba, el sol al amanecer y la cuenca de los ojos. Le dolìan como un vértigo el recuerdo, y como la peor amenaza, el futuro. Despertaba a media noche con la certidumbre de que se partirìa en dos, segura de que el dolor se la comerìa de golpe. Pero apenas habia luz para todos,  ella se levantaba, se ponìa la risa, se acomodaba en el brillo en las pestañas, y salia a encontrar a los demás como si los peores pesares la hicieran flotar.
Sanchis Cortes 
Nadie se atreviò a compaderla  nunca. Era tan extravagante su fortaleza, que la gente comenzò a visitarla para pedirle ayuda. Cuàl era su secreto? Quièn amparaba sus aflicciones? De donde sacaba el talento que la mantenìa erguida frente a las peores desgracias?
Un dia le contò su pena a una mujer joven cuyo dolor parecia no tener remedio:
- Hay muchas maneras de dividir a los seres humanos- le dijo -.   Yo los divido entre los que se arrugan para arriba y los que se arrugan para abajo, y quiero pertenecer a los primeros. Quiero que mi cara de vieja no sea triste, quiero tener las arrugas de la risa y  llevármelas conmigo al otro mundo. Quièn sabe què habrá para enfrentar allá."

Angeles Mastretta 
Fragmento de Mujeres de ojos grandes.-


Sanchis Cortes

Eligiendo a Eva...

Tamara Adams 


¿Qué pasaría si Eva no hubiera mordido la manzana?... ¿Qué ocurriría si el árbol de la ciencia del bien y del mal en realidad no hubiera sido ningún árbol?... ¿A quién, en pleno siglo XXI, le importa la historia de Eva? 
Tal vez, efectivamente, a nadie, pero la realidad es que los efectos de esa intragable historia aún continúan condicionando la vida de miles de mujeres del planeta.
Una historia inventada, lógicamente, por hombres, y que se perpetuó sobre todo a través de los hombres de las iglesias, con el único fin de atemorizar y utilizar durante siglos a la mujer, una historia que la colocó y aún la coloca en un escalón por debajo del hombre.
La Eva creada por el hombre es una Eva que salió de la costilla de Adán, es decir, un ser incompleto, que durante muchos siglos por no tener no tenía ni alma, y cuando el bondadoso hombre le concedió alma le negó cualquier capacidad mental. Así, si una mujer tenía ideas propias, o tenía una mente más lúcida que los hombres, era inmediatamente condenada, tratada de bruja o sometida a un férreo control por parte de padre, hermanos o esposos.
Una Eva creada para que el pobrecito de Adán no se sintiera solo, o lo que es lo mismo, un juguete sexual, que al fin y al cabo es como muchos hombres siguen viendo a las mujeres.
Una Eva culpable, madre de todas las mujeres, lógicamente culpables, como ella, excusa perfecta para que los machistas sigan ejerciendo un poder absoluto y tirano sobre las mujeres.
Una Eva “pecadora” que condicionó y marcó, e hizo que las mujeres durante mucho tiempo se lo creyeran y, como consecuencia, vivieran con temor, con culpabilidad, con sumisión…
Pero, tal vez la historia fue otra…

Tamara Adams 














“Hace muchos miles de años vivían en el bosque distintos grupos de simios. Eran unos grupos pequeños y organizados donde todos cuidaban de todos.
En uno de estos grupos había una hembra distinta a todas los demás.
La pequeña siempre había sido diferente, todos los sabían y todos la habían aceptado porque sus conocimientos habían provocado cambios importantes en los hábitos cotidianos del grupo, cambios que les habían hecho mejorar.
Por eso nadie se extrañó cuando un día los reunió a todos y les pidió que la siguieran sin preguntar nada, sólo que confiaran en ella. Y así lo hicieron, y así fue como Eva les condujo fuera del bosque, a un lugar donde hasta entonces nadie se había atrevido a llegar. El grupo tuvo que enfrentarse a nuevos obstáculos, pero Eva sabía cómo debían hacerles frente, y sin apenas darse cuenta, esas dificultades fueron haciendo que todo cambiase, que se les abriesen nuevos espacios en sus incipientes mentes, que empezasen a pensar.
Pero lo que nadie sabía era que Eva, desde niña, tenía sueños. Sueños donde aprendía a utilizar nuevos objetos. Sueños donde veía hacia donde tenía que dirigirse para obtener mejores alimentos.
Por eso, unas noches antes de emprender el viaje, había tenido un sueño, un sueño donde había visto a su gente caminar en el suelo, no por los árboles. Y por primera vez pudo contemplar un paisaje tan amplio que su vista no alcanzaba a ver su final. Un paisaje en el que casi no había ningún árbol y la hierba, que en el bosque era pequeña, llegaba a cubrirla a ella y a los demás.
Pero Eva contempló algo que la dejó fascinada: todos los miembros de su tribu habían cambiado, caminaban erguidos, y Eva comprendió que eso era el principio, el principio de un nuevo tiempo, el principio de un cambio que les llevaría a lugares lejanos, a experiencias inimaginables”.
Eva, la primera soñadora, nuestra madre, era una hembra que amaba a los suyos, una líder que los cuidaba y conducía siempre por lo mejor. Era inteligente y despierta. Le gustaban las situaciones difíciles, los retos, y no se detenía ante nada porque sabía que la respuesta estaba en su interior.
Nosotras, las descendientes de Eva, debemos ahora elegir qué madre queremos. Podemos ser la Eva creada por el hombre y asumir ser la otra costilla, y vivir siempre bajo las limitaciones, la inercia, las comodidades.
Ser esa Eva sumisa, pasiva, superficial.
Esa Eva enamorada de sí misma que se pasa el día preocupada de sí misma, de su imagen, de sus amores, envidias, etc.
O, por el contrario, nos reconocemos descendientes de la verdadera Eva, una Eva comprometida con todo lo que la rodea.
Una Eva que no es pasiva ante nada en la vida. Que quiere crecer, conocer, superarse.
Una Eva que no espera, sino que actúa. Que no dice, sino que hace.
Una Eva que lucha por las cosas importantes de la vida.
Una Eva que sabe que todos los derechos que las mujeres disfrutan ahora son el fruto del sacrificio de muchas otras mujeres que se negaron a ser mujeres objeto, a aceptar las injusticias, las desigualdades, el silencio.
Una Eva que sabe tanto del valor del sacrificio, de la dignidad, de la valentía, como de la sensibilidad y de la ternura.
Una Eva valiente, fuerte, segura y decidida.
Cada una elige…

Tamara Adams


viernes, 14 de septiembre de 2018

SOBRE GIACOMO CASANOVA


"Va y viene a todas partes, con una cara franca y la cabeza en alto, bien vestido. Es un hombre de unos 40 años como máximo, buen mozo de aspecto saludable y vigoroso, de piel muy morena y ojos vivaces. ... Por lo que me han contado, tiene un caracter descarado y despectivo; pero, sobre todo, tiene mucha labia y, por consiguiente, es ingenioso e instruido...".



 La descripciòn podrìa perfectamente ser la de un  hombre que nos cruzamos en la calle, en una oficina, en cualquier lugar y que, seguramente,  llamarìa nuestra atenciòn. Es un retrato que puede ser atemporal, que puede no referenciar a geografìa alguna, es un tipo de hombre que no pasarìa inadvertido en ningùn lugar.

Este retrato, Señoras,  fue realizado por un agente de la Inquisiciòn veneciana, del personaje que ha pasado a la historia y cuyo nombre se convirtiò en un adjetivo calificativo del seductor, del galán, del roba corazones femeninos por excelencia: 
 GIACOMO CASANOVA.

Nace Giacomo Casanova en un buen momento para Venecia, en 1725,  en la primera mitad del siglo XVIII, cuando la ciudad se habia  apartado de batallas y conflictos sin resoluciòn y con enormes costos, y asumìa otros compromisos más rentables y que propiciaban la convivencia pacìfica. La burguesìa encontraba un camino para emprendimientos y logros que la ubicaban en un sitial de privilegio y se respiraba tranquilidad para ciudadanos esperanzados y confiados en el futuro.

Hijo de actores, fue educado para el sacerdocio en un seminario  de Padua, pero fue expulsado por ciertas actividades ilícitas. Regresa a Venecia en 1755 y se desempeña como secretario de un Cardenal de la Santa Iglesia.  Pero no demorò en mostrar sus naturales inclinaciones, su aficciòn por el juego y por haber compuesto unos sonetos demasiado osados, por lo que se le condenò a prisiòn por 5 años en Los Plomos, la càrcel veneciana. Estuvo sòlo 3 años, porque logrò escapar. Huyò a Francia y se hizo conocido por su ca risma y por haber puesto en funcionamiento la primer Loterìa Pùblica, con la que hizo una pequeña fortuna, pero..  a raìz de un mal negocio, debiò salir del paìs y se dedicò a viajar por Europa. En ese prolongado y obligado viaje tuvo oportunidad de conocer a Voltaire, a la Zarina Catalina de Rusia y al mismo Mozart, a quien dicen inspirò para su célebre obra "Don Giovanni".
Cuando logrò el perdòn de la justicia, regresa a Venecia en 1774.  Es allí en donde comienza a escribir "Historia de mi vida".  Pero, un nuevo litigio con la justicia lo aleja nuevamente de Venecia y es en Parìs en donde conociò al Conde de Waldstein con quien inicia una profunda amistad, hasta su muerte. El Conde lo nombra Bibliotecario de su residencia en Duchcov, lugar en donde fallece en 1798 a los 73 años de edad.-
Hasta aquì su peripecia vital, dirìamos cronológica. Pero fueron sus memorias las que nos permiten conocer a fondo, más allá de la fama bien ganada, sus dotes amatorias como maratònico conquistador de todo tipo de damas, damiselas, jòvenes y mayores, solteras y casadas, monjas, sirvientas;  de manera sucesiva o en simultaneidad.


En la "Historia de mi vida", nos asomamos al mundo previo a la Revoluciòn Francesa, ya que sus quehaceres durante la misma, no fueron narrados en sus memorias, porque antes lo sorprendiò la muerte.-


"Miradme, he recorrido los paises del mundo, los lechos, los jardines, los mares, los conventos...Fue Abad entre los muros de Roma y era hermoso ser soldado en las noches ardientes de Corfù. A veces he tocado un poco el violín, y vos sabèis señor,  còmo tiembla Venecia con la música y arden las islas y las cùpulas... Escuchadme... señor, de Madrid a Moscù he viajado en vano, me persiguen los lobos del Santo Oficio, llevo un huracàn de lenguas detrás de mi persona, de lenguas venenosas. Y yo sòlo deseo salvar mi claridad, , sonreir a la luz de cada nuevo dìa, mostrar mi firme  horror a todo lo que muere. Señor, aquì me quedo, en vuestra Biblioteca. Traduzco a Homero, escribo de mis dìas de entonces, sueño con los serrallos azules de Estambul".- 

Asì le contestaba al Conde Waldstein cuando èste le invitò a Duchcov.

No era fàcil ser "galante" en su epoca, desde la Inquisiciòn, la burocracia, las deudas; pero tambièn las enfermedades sexuales, las intrigas y las envidias, las malas lenguas.  No fue fàcil su vida como ciudadano, con fortuna variable y esquiva, teniendo que huir de un lugar a otro, empujado por las faltas que la sociedad y la justicia no estaban  preparadas para aceptar a alguien que, a pesar de su carisma, su inteligencia y don de gentes, era impulsado por un irreflenable afán de diversiòn.   Se vinculó con reyes y  obispos, genios de la artes como Voltaire, con quien mantuvo profundas conversaciones filosòficas, o con Mozart con quien llegò a colaborar. Casanova hizo del juego amatorio un verdadero oficio, de la aventura y el riesgo, su destino. 

En 3600 pàginas, en dos tomos,  su Historia no terminò de ser contada, pero a traves de ellas sabemos que amò a muchas mujeres, que a todas las hizo felìz y de todas se apartò, ninguna pudo retenerlo.  En el prefacio de sus Memorias, escribiò: "A pesar de un fondo de excelente moral, fruto obligado de los divinos principios arraigados en mi alma, he sido, durante toda mi vida, victima de mis sentidos. Me  he complacido en descarriarme..."


Engañó y fue engañado por ellas, pero no se violentò su caracter por eso: "Por lo que toca a mujeres, se trata de engaños recìprocos que no entran en la cuenta, porque cuando el amor se mete por medio, es cosa comùn que los unos engañen a los otros".

Fue un torrente de libertad, se dejò llevar toda su vida por la fuerza de las circunstancias, sin oponer resistencia,  con la independencia que le trajo éxitos  y fracasos y que hicieron de su vida puro juego y peripecia.

Un hedonista?  sì,  viviò toda su vida para complacer a sus sentidos; y no escatimò medios para lograr su fines, estafò a los ricos y engañò a los poderosos y, en algùn momento de sus memorias, confiesa:
" he vaciado el bolsillo de mis amigos para atender a mis caprichos, porque estos amigos tenìan proyectos quiméricos y, al hacerles confiar en el èxito, esperaba curarles de ellos, desengañándolos. Yo les engañaba para  volverlos prudentes y no me sentìa culpable por ello, porque nunca actuaba por avaricia. Empleaba en pagar mis placeres las sumas destinadas a conseguir posesiones que la naturaleza hace imposibles. Me sentirìa culpable si hoy fuera rico, pero no tengo nada, todo lo he tirado, y esto me consuela y me justifica. Era dinero destinado a locuras: no he cambiado, pues, su destino al utilizarlos por las mìas".-

Fiel a sì mismo - como lo expesa - lo hizo sin culpas, y lo mismo se hizo adorar por  una condesa que  por una prostituta de los barrios bajos de Paris. Fue amante tumultuoso en Estambul, y secretario de un prìncipe de la Iglesia, un sinverguenza en Venecia y un caballero en Parìs. Practicò la Kabalá y fue filósofo, tuvo hijos naturales y a la vez  fue amigo de dos Papas, se dejò amar cuànto quiso y amò cuànto lo dejaron.
Los nombres de todas las mujeres de su vida, no son los que aparecen en sus Memorias, a todas les da otro para que no las identifiquen, a todas las amó a su manera, y llegò a reconocer que el gran amor de su vida fue Henriette, una misteriosa joven por la que llegò a convertirse en beato por algùn tiempo, y  cuyas cartas fue las ùnicas que quemò. Fue un libertino que respetò - a su modo - profundamente a las mujeres.
Cuando, ya anciano, escribe sus Memorias, lo hace con la conciencia de que su vida bien vale la pena ser registrada para la posteridad, y si bien a veces desfigura la realidad para quedar bien parado, escribe tambièn para revivir las aventuras, para idealizarlas; y desde el presente en que recuerda y escribe,   llega a decir: " el dolor parece infinitamente mayor que el placer que  ya se ha experimentado. El placer ya no existe, sòlo se es sensible al dolor".-

Lo anterior ha sido apenas un esbozo de lo que fue este Hombre y lo que registrò en sus Memorias. 
Què nos queda luego de asomarnos a la vida de este hombre tan singular? de alguien que, hacia el final de sus dìas, siente la imperiosa necesidad de contarla? 
En primer lugar que Casanova estaba convencido de que no tenìa nada que ocultar y revivirá con fruiciòn,  con intensidad sus deleites instantáneos, sin culpa y con el pleno convencimiento de que hizo lo que deseaba hacer y còmo lo quiso, sin disimulos ni falsas posturas reinvindicatorias de sus hechos más oscuros o, moralmente censurables.
Queda tambièn la impresiòn de que si hubiera podido continuar con sus aventuras - y tambièn las desventuras - amorosas y galantes, con sus embustes, con sus periodos de bonanza y de los otros, no se hubiera dispuesto a escribir. Lo hizo porque se sintiò acorralado por los años, por la edad; y lo hace sin arrepentimiento de nada. Lo dice asì: " Jamás me verèis aires de arrepentido".-
Y se muestra tal cual es desde el primer pàrrafo de su libro:
"Empiezo por declarar a mi lector que en todo lo bueno o lo malo que he  hecho en el curso  de mi vida estoy seguro de haberme enaltecido o rebajado y, en consecuencia, debo considerarme un hombre libre".  Y vaya si lo fue!
Su vida tuvo vueltas y más vueltas, desde la cima a lo más hondo de la cárcel Los Plomos de Venecia, desde codearse con Voltaire y los Zares, con los Papas catòlicos, pasaba al dìa siguiente a ser un paria en las calles de Paris, un perseguido por sus acreedores, un hombre odiado por alguna amante abandonada, pero en cada giro de esa variable fortuna, le es indiferente lo que deja de hacer.  No intenta enseñar nada a nadie, no hay un arrepentimiento tardìo,  considera que los hombre son incorregibles, pero no pierde un segundo en tratar de enmendarlos, sino que fue el primero en inventar maneras de hallar disfrute en sus vilezas.

Casanova fue un filósofo en el sentido del siglo XVIII, es decir: un descreido, un escèptico, un hombre de libre pensamiento.
Su ùnica vocaciòn duradera fue la alternancia entre ciudades y cuerpos.
No buscò metáforas para describir sus experiencias y la mujer significò para él "una oportunidad de comprobar la disparidad de sus cuerpos" y, el amor, "una curiosidad más o menos fuerte"; asì de simple y sin rodeos.

Creo que, luego de más de dos siglos transcurridos entre él y nosotros, nos queda la sensaciòn de estar ante un ser que tuvo la capacidad de metamorfosearse cuantas veces quiso, alguien capaz de crearse y recrearse en libertad, con prescindencia de la opiniòn ajena.
Ese hombre existiò y dejó constancia de ello.  Asì de simple!



                                                                               Giacomo Casanova
                                                                                    (1725 - 1798)