"Va y viene a todas partes, con una cara franca y la cabeza en alto, bien vestido. Es un hombre de unos 40 años como máximo, buen mozo de aspecto saludable y vigoroso, de piel muy morena y ojos vivaces. ... Por lo que me han contado, tiene un caracter descarado y despectivo; pero, sobre todo, tiene mucha labia y, por consiguiente, es ingenioso e instruido...".
La descripciòn podrìa perfectamente ser la de un hombre que nos cruzamos en la calle, en una oficina, en cualquier lugar y que, seguramente, llamarìa nuestra atenciòn. Es un retrato que puede ser atemporal, que puede no referenciar a geografìa alguna, es un tipo de hombre que no pasarìa inadvertido en ningùn lugar.
Este retrato, Señoras, fue realizado por un agente de la Inquisiciòn veneciana, del personaje que ha pasado a la historia y cuyo nombre se convirtiò en un adjetivo calificativo del seductor, del galán, del roba corazones femeninos por excelencia:
GIACOMO CASANOVA.
Nace Giacomo Casanova en un buen momento para Venecia, en 1725, en la primera mitad del siglo XVIII, cuando la ciudad se habia apartado de batallas y conflictos sin resoluciòn y con enormes costos, y asumìa otros compromisos más rentables y que propiciaban la convivencia pacìfica. La burguesìa encontraba un camino para emprendimientos y logros que la ubicaban en un sitial de privilegio y se respiraba tranquilidad para ciudadanos esperanzados y confiados en el futuro.
Hijo de actores, fue educado para el sacerdocio en un seminario de Padua, pero fue expulsado por ciertas actividades ilícitas. Regresa a Venecia en 1755 y se desempeña como secretario de un Cardenal de la Santa Iglesia. Pero no demorò en mostrar sus naturales inclinaciones, su aficciòn por el juego y por haber compuesto unos sonetos demasiado osados, por lo que se le condenò a prisiòn por 5 años en Los Plomos, la càrcel veneciana. Estuvo sòlo 3 años, porque logrò escapar. Huyò a Francia y se hizo conocido por su ca risma y por haber puesto en funcionamiento la primer Loterìa Pùblica, con la que hizo una pequeña fortuna, pero.. a raìz de un mal negocio, debiò salir del paìs y se dedicò a viajar por Europa. En ese prolongado y obligado viaje tuvo oportunidad de conocer a Voltaire, a la Zarina Catalina de Rusia y al mismo Mozart, a quien dicen inspirò para su célebre obra "Don Giovanni".
Cuando logrò el perdòn de la justicia, regresa a Venecia en 1774. Es allí en donde comienza a escribir "Historia de mi vida". Pero, un nuevo litigio con la justicia lo aleja nuevamente de Venecia y es en Parìs en donde conociò al Conde de Waldstein con quien inicia una profunda amistad, hasta su muerte. El Conde lo nombra Bibliotecario de su residencia en Duchcov, lugar en donde fallece en 1798 a los 73 años de edad.-
Hasta aquì su peripecia vital, dirìamos cronológica. Pero fueron sus memorias las que nos permiten conocer a fondo, más allá de la fama bien ganada, sus dotes amatorias como maratònico conquistador de todo tipo de damas, damiselas, jòvenes y mayores, solteras y casadas, monjas, sirvientas; de manera sucesiva o en simultaneidad.
En la "Historia de mi vida", nos asomamos al mundo previo a la Revoluciòn Francesa, ya que sus quehaceres durante la misma, no fueron narrados en sus memorias, porque antes lo sorprendiò la muerte.-
"Miradme, he recorrido los paises del mundo, los lechos, los jardines, los mares, los conventos...Fue Abad entre los muros de Roma y era hermoso ser soldado en las noches ardientes de Corfù. A veces he tocado un poco el violín, y vos sabèis señor, còmo tiembla Venecia con la música y arden las islas y las cùpulas... Escuchadme... señor, de Madrid a Moscù he viajado en vano, me persiguen los lobos del Santo Oficio, llevo un huracàn de lenguas detrás de mi persona, de lenguas venenosas. Y yo sòlo deseo salvar mi claridad, , sonreir a la luz de cada nuevo dìa, mostrar mi firme horror a todo lo que muere. Señor, aquì me quedo, en vuestra Biblioteca. Traduzco a Homero, escribo de mis dìas de entonces, sueño con los serrallos azules de Estambul".-
Asì le contestaba al Conde Waldstein cuando èste le invitò a Duchcov.
No era fàcil ser "galante" en su epoca, desde la Inquisiciòn, la burocracia, las deudas; pero tambièn las enfermedades sexuales, las intrigas y las envidias, las malas lenguas. No fue fàcil su vida como ciudadano, con fortuna variable y esquiva, teniendo que huir de un lugar a otro, empujado por las faltas que la sociedad y la justicia no estaban preparadas para aceptar a alguien que, a pesar de su carisma, su inteligencia y don de gentes, era impulsado por un irreflenable afán de diversiòn. Se vinculó con reyes y obispos, genios de la artes como Voltaire, con quien mantuvo profundas conversaciones filosòficas, o con Mozart con quien llegò a colaborar. Casanova hizo del juego amatorio un verdadero oficio, de la aventura y el riesgo, su destino.
En 3600 pàginas, en dos tomos, su Historia no terminò de ser contada, pero a traves de ellas sabemos que amò a muchas mujeres, que a todas las hizo felìz y de todas se apartò, ninguna pudo retenerlo. En el prefacio de sus Memorias, escribiò: "A pesar de un fondo de excelente moral, fruto obligado de los divinos principios arraigados en mi alma, he sido, durante toda mi vida, victima de mis sentidos. Me he complacido en descarriarme..."
Engañó y fue engañado por ellas, pero no se violentò su caracter por eso: "Por lo que toca a mujeres, se trata de engaños recìprocos que no entran en la cuenta, porque cuando el amor se mete por medio, es cosa comùn que los unos engañen a los otros".
Fue un torrente de libertad, se dejò llevar toda su vida por la fuerza de las circunstancias, sin oponer resistencia, con la independencia que le trajo éxitos y fracasos y que hicieron de su vida puro juego y peripecia.
Un hedonista? sì, viviò toda su vida para complacer a sus sentidos; y no escatimò medios para lograr su fines, estafò a los ricos y engañò a los poderosos y, en algùn momento de sus memorias, confiesa:
" he vaciado el bolsillo de mis amigos para atender a mis caprichos, porque estos amigos tenìan proyectos quiméricos y, al hacerles confiar en el èxito, esperaba curarles de ellos, desengañándolos. Yo les engañaba para volverlos prudentes y no me sentìa culpable por ello, porque nunca actuaba por avaricia. Empleaba en pagar mis placeres las sumas destinadas a conseguir posesiones que la naturaleza hace imposibles. Me sentirìa culpable si hoy fuera rico, pero no tengo nada, todo lo he tirado, y esto me consuela y me justifica. Era dinero destinado a locuras: no he cambiado, pues, su destino al utilizarlos por las mìas".-
Fiel a sì mismo - como lo expesa - lo hizo sin culpas, y lo mismo se hizo adorar por una condesa que por una prostituta de los barrios bajos de Paris. Fue amante tumultuoso en Estambul, y secretario de un prìncipe de la Iglesia, un sinverguenza en Venecia y un caballero en Parìs. Practicò la Kabalá y fue filósofo, tuvo hijos naturales y a la vez fue amigo de dos Papas, se dejò amar cuànto quiso y amò cuànto lo dejaron.
Los nombres de todas las mujeres de su vida, no son los que aparecen en sus Memorias, a todas les da otro para que no las identifiquen, a todas las amó a su manera, y llegò a reconocer que el gran amor de su vida fue Henriette, una misteriosa joven por la que llegò a convertirse en beato por algùn tiempo, y cuyas cartas fue las ùnicas que quemò. Fue un libertino que respetò - a su modo - profundamente a las mujeres.
Cuando, ya anciano, escribe sus Memorias, lo hace con la conciencia de que su vida bien vale la pena ser registrada para la posteridad, y si bien a veces desfigura la realidad para quedar bien parado, escribe tambièn para revivir las aventuras, para idealizarlas; y desde el presente en que recuerda y escribe, llega a decir: " el dolor parece infinitamente mayor que el placer que ya se ha experimentado. El placer ya no existe, sòlo se es sensible al dolor".-
Lo anterior ha sido apenas un esbozo de lo que fue este Hombre y lo que registrò en sus Memorias.
Què nos queda luego de asomarnos a la vida de este hombre tan singular? de alguien que, hacia el final de sus dìas, siente la imperiosa necesidad de contarla?
En primer lugar que Casanova estaba convencido de que no tenìa nada que ocultar y revivirá con fruiciòn, con intensidad sus deleites instantáneos, sin culpa y con el pleno convencimiento de que hizo lo que deseaba hacer y còmo lo quiso, sin disimulos ni falsas posturas reinvindicatorias de sus hechos más oscuros o, moralmente censurables.
Queda tambièn la impresiòn de que si hubiera podido continuar con sus aventuras - y tambièn las desventuras - amorosas y galantes, con sus embustes, con sus periodos de bonanza y de los otros, no se hubiera dispuesto a escribir. Lo hizo porque se sintiò acorralado por los años, por la edad; y lo hace sin arrepentimiento de nada. Lo dice asì: " Jamás me verèis aires de arrepentido".-
Y se muestra tal cual es desde el primer pàrrafo de su libro:
"Empiezo por declarar a mi lector que en todo lo bueno o lo malo que he hecho en el curso de mi vida estoy seguro de haberme enaltecido o rebajado y, en consecuencia, debo considerarme un hombre libre". Y vaya si lo fue!
Su vida tuvo vueltas y más vueltas, desde la cima a lo más hondo de la cárcel Los Plomos de Venecia, desde codearse con Voltaire y los Zares, con los Papas catòlicos, pasaba al dìa siguiente a ser un paria en las calles de Paris, un perseguido por sus acreedores, un hombre odiado por alguna amante abandonada, pero en cada giro de esa variable fortuna, le es indiferente lo que deja de hacer. No intenta enseñar nada a nadie, no hay un arrepentimiento tardìo, considera que los hombre son incorregibles, pero no pierde un segundo en tratar de enmendarlos, sino que fue el primero en inventar maneras de hallar disfrute en sus vilezas.
Casanova fue un filósofo en el sentido del siglo XVIII, es decir: un descreido, un escèptico, un hombre de libre pensamiento.
Su ùnica vocaciòn duradera fue la alternancia entre ciudades y cuerpos.
No buscò metáforas para describir sus experiencias y la mujer significò para él "una oportunidad de comprobar la disparidad de sus cuerpos" y, el amor, "una curiosidad más o menos fuerte"; asì de simple y sin rodeos.
Creo que, luego de más de dos siglos transcurridos entre él y nosotros, nos queda la sensaciòn de estar ante un ser que tuvo la capacidad de metamorfosearse cuantas veces quiso, alguien capaz de crearse y recrearse en libertad, con prescindencia de la opiniòn ajena.
Ese hombre existiò y dejó constancia de ello. Asì de simple!
Giacomo Casanova
(1725 - 1798)